Cora Librán López
Máster en Sexología Sanitaria
con perspectiva de género

En el dominio de la sexualidad, hay que aceptar los imprevistos.

Michel Odent[1]

En este artículo se pretende hacer una revisión del concepto y las dimensiones de la violencia obstétrica desde el punto de vista de distintas disciplinas con el objetivo de dar un enfoque holístico a un tema sumamente complicado y que presenta tantas controversias. El embarazo, parto y postparto son procesos de cambio considerables que forman parte de la vivencia sexual de la mujer. Estas experiencias estarían influenciadas por aspectos psicológicos, biológicos y por constructos sociales con notables implicaciones para la experiencia individual y la libertad sexual de la mujer.

Una aproximación al concepto de Violencia Obstétrica

El concepto violencia obstétrica (VO) parece de uso bastante extendido en los últimos años dado el empuje de los grupos feministas, asociaciones de pacientes y formaciones políticas que impulsan su estudio y abordaje con el fin de erradicar cualquier violencia sobre la mujer.

De esta forma, el término violencia obstétrica, que en el momento actual no posee una definición clara, es aceptado mayoritariamente como aquella violencia ejercida por el profesional de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres[2].

Debemos puntualizar, que la conveniencia del uso del concepto de violencia obstétrica y su posible delimitación se encuentran actualmente en un intenso debate académico, siendo abordado desde diferentes disciplinas como la filosofía, la antropología, el derecho y la pedagogía[3].

Este debate se encuentra atravesado por varias controversias: la primera consistiría en dilucidar si el término violencia obstétrica es el más adecuado para referirnos a la violencia a la que pueden verse expuestas las mujeres en la asistencia a su salud sexual y reproductiva; o si, por el contrario, resultaría más conveniente referirnos a este conjunto de violencias de otra forma: “trato deshumanizado” o “asistencia obstétrica no respetuosa” por poner algunos ejemplos. 

En segundo lugar, más allá de la idoneidad o no del término, es preciso delimitar qué es la violencia obstétrica, es decir, acordonar el conjunto de prácticas definitorias de dicha violencia. Podemos optar por definir la VO tal y como queda reflejado en los códigos penales de los países pioneros en tipificarla como delito, como Argentina, Venezuela y México[4].  Así, estos países definen la VO como la “apropiación de los cuerpos y procesos reproductivos de las mujeres por el personal de salud, que se expresa en un trato deshumanizador, en un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres”. 

O podemos optar por valorar el conjunto de ámbitos que se pueden considerar como violencia obstétrica y que nos servirían para organizar todo el material disponible en la literatura. Así Bohren et al[5] establecen siete ámbitos donde operaría la violencia contra las mujeres en los procesos relacionados con el embarazo, el parto y el puerperio: 

  • Maltrato físico
  • Abuso sexual
  • Maltrato verbal
  • Estigmatización y discriminación
  • Incumplimiento de los estándares profesionales de cuidado
  • Relación escasa entre la mujer y los sanitarios
  • Condiciones del sistema sanitario

Diálogo entre disciplinas

Al intentar delimitar el concepto de violencia obstétrica entran en diálogo múltiples disciplinas con el objetivo de definirla, contextualizarla y reflexionar sobre ella.  En este sentido podemos subrayar el concepto de violencia, poder y autoridad de la filósofa Hannah Arendt utilizada por múltiples autores que reflexionan sobre este tema[6] para remarcar cómo el poder en la VO no sólo está relegado a las actuaciones del colectivo de profesionales de la salud, sino al sistema biomédico que legitima, defiende y protege su acción[7].  Igualmente se utiliza el concepto de violencia directa, estructural y cultural del sociólogo Johan Galtung7 para poder comprender en su totalidad el fenómeno, entendiendo como violencia directa aquella que es visible y se relaciona con los comportamientos; como estructural aquella que se centra en el conjunto de dispositivos que niegan la satisfacción de necesidades, y por último como cultural aquella que crea un marco legitimador de la violencia.  

Asimismo, los aportes desde la biopolítica de Foucault son fundamentales para aproximarnos al concepto de VO. El filósofo francés transmite la idea de que en las sociedades occidentales la ciencia está concebida como el discurso de la verdad. La medicina y sus profesionales aparecerían como una de las autoridades más importantes de nuestro tiempo, ya que se encargarían de definir cuándo comienza la enfermedad y qué es lo normal y lo patológico. Esta visión conduce a reflexionar sobre la objetividad y la neutralidad de la medicina, en la medida en que “estaría influenciada por aspectos sociales como el género, la posición económica y los valores e ideologías de sus profesionales”[8]. Estas influencias de los estereotipos culturales y sociales podrían perpetuar y mantener una violencia simbólica hacia la mujer. Todo ello, no obliga a obviar el trabajo diario del personal de salud ni a devaluarlo. Tampoco impide poner de relieve de manera clara que los avances en las ciencias de la salud, la mejoría de las técnicas de seguimiento durante el embarazo, parto y puerperio, y la asistencia protocolizada de las emergencias obstétricas han contribuido a disminuir la morbi-mortalidad materno-fetal de manera drástica a lo largo del siglo XX y del XXI[9]. Este descenso se observa sobre todo en países occidentales, y aún más, cuando se compara las tasas de países en vías de desarrollo. 

Del mismo modo, existen estudios desde la Psicología que colocan el foco sobre las razones que pueden llevar a los diferentes profesionales de la salud a ejercer la violencia obstétrica. En este sentido, Ibone Olza[10] subraya como algunas de las posibles causas la falta de formación y habilidades técnicas para afrontar los aspectos emocionales y sexuales del parto, así como el síndrome de “burnout” al no poseer los profesionales un espacio de apoyo para abordar el aspecto iatrogénico que puede derivarse de los cuidados médicos. Todo ello llevaría a los profesionales de la salud a generar un trato deshumanizado.

Por último, puntualizar que desde la perspectiva legal existe también una amplia discusión sobre la idoneidad o no de la tipificación de la violencia obstétrica a través del Código Penal, ya que parece existir un marco jurídico adecuado en el caso de España, que ya contempla la condena de prácticas enmarcadas dentro de este tipo de violencia. De igual modo, expertos en derecho remarcan que el objetivo de la tipificación de una conducta sería “la búsqueda de la prevención positiva del derecho”[11], es decir, prevenir la aparición de dicha conducta o comportamiento. Sin embargo, en algunos casos la tipificación de una determinada conducta o problemática social no redunda en su prevención (populismo punitivo) y tampoco es suficiente por sí sola para revertirla. Incluso, en ocasiones, “legislar de forma sancionadora victimiza y vulnerabiliza aún más a las víctimas sin redundar en claro beneficio”[12].

Sexualidad y violencia obstétrica

El embarazo, parto y puerperio son tres fases vitales que experimentan muchas mujeres a lo largo de su vida, no sólo una, sino incluso varias veces. No debemos olvidar que, como seres sexuados, el embarazo, parto y postparto son etapas sexuales de la vida de las mujeres y que, por tanto, se encuentran amparadas por los derechos sexuales y reproductivos contemplados en la Declaración de la WAS (World Associaton for Sexual Health)[13] ratificada en el año 2014. Esta declaración incluye entre otros: 

  • el derecho a la privacidad e intimidad
  • el derecho a una atención y protección de la salud sexual y reproductiva
  • derecho a la igualdad 
  • derecho a la libertad e integridad corporal. 

Esta concepción ético-legal de los derechos humanos junto con el concepto de igualdad y la perspectiva de género son los tres pilares fundamentales que han permitido el impulso del estudio de la violencia obstétrica como una forma de violación de los derechos humanos y reproductivos de las mujeres.  

Desde el ámbito de la sexualidad, el conocimiento de la existencia de la VO, así como un amplio saber en los cambios biopsicosociales que se producen en la mujer durante la gestación, parto y puerperio pueden ayudar al profesional de la sexología a hacer un acompañamiento consciente, enfatizando acciones preventivas en el ámbito de la vivencia de la sexualidad. De esta forma se eliminarían mitos relacionados con la sexualidad como son el coitocentrismo y otros similares relacionados con las prácticas sexuales que pueden verse afectadas durante el embarazo o el postparto. Igualmente, el embarazo y el postparto son ocasiones importantes para potenciar una salud sexual positiva y satisfactoria. Como profesionales de la sexología, comprender el carácter histórico y cultural de la violencia, así como la desigualdad y la discriminación que sufren las mujeres en todos los lugares del planeta sumaría a los esfuerzos existentes por enfatizar la libertad sexual de las mujeres y “combatir la infantilización en la toma de decisiones sobre su cuerpo en el embarazo y el parto”[14]

Conclusiones

Acercarse al concepto de violencia obstétrica requiere de un esfuerzo notable para comprender todos sus matices desde los diferentes enfoques existentes (filosófico, político, estudios de género, ámbito jurídico). De igual forma, elevar la discusión hacia términos más abstractos como son el concepto de violencia, o hacerlo desde la perspectiva de la crítica feminista y los estudios antropológicos, hará que el diálogo entre los colectivos implicados (asociaciones, usuarias, instituciones y profesionales) sea mucho más enriquecedor. 

Además, más allá de la mala praxis (tasa de cesáreas elevada e injustificada, falta de consentimiento informado, realización de episiotomías de forma generalizada o una alta tasa de inducciones), es importante poner de relieve cómo el concepto de violencia obstétrica forma parte de la violencia simbólica a la que pueden verse sometidas las mujeres durante sus procesos reproductivos. En este sentido, resulta necesario sacar la discusión de aspectos exclusivamente técnicos y ampliar el debate.

Por tanto, la VO no atañe exclusivamente a profesionales de la salud y mujeres gestantes. Abarca a toda la sociedad, y hace preceptivo un debate sobre los tipos de violencia que sufren las mujeres. A su vez, se precisa de una ciudadanía formada en “una educación ética” con el fin de preparar personas “capacitadas para afrontar elecciones responsables”, desarrollando “valores como la libertad responsable, la conciencia crítica y la capacidad de deliberación”[15]. Asimismo, otro de los caminos para disminuir y erradicar la VO pasaría por dar una atención personalizada por parte de los profesionales de la salud, precisando un “amplio conocimiento de la realidad social de la maternidad” para poder contextualizar los cuidados y considerar a la persona desde una perspectiva holística[16].

Finalmente, aunque el concepto de violencia obstétrica no es bien recibido por los profesionales de la salud, la ampliación del discurso a otras disciplinas abre, organiza el debate, y ayuda a evitar la confrontación entre los principales colectivos implicados. Es necesario hacer converger los discursos más técnicos que tratan de demostrar la tasa de VO que existe en países como el nuestro[17] con las demandas de asociaciones defensoras de los derechos sexuales de la mujer[18].. Tras años de esfuerzos comunes por mejorar la asistencia obstétrica (Estrategia de Atención al parto normal del SNS[19]), hoy en día, los estudios se encuentran con importantes limitaciones debidas al método utilizado y a la imposibilidad de ampliar los cuestionarios a amplias capas de la población obstétrica. Esta discusión rica en matices involucrará a la sociedad en su conjunto, poniendo en práctica una extensa concienciación y una serie de medidas sociales y técnicas que permitirán avanzar en la lucha para la erradicación de cualquier forma de violencia contra la mujer.

Violencia obstétrica: una aproximación desde la sexualidad

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Adán, C. (2018): “Conceptos y violencias: espacios para el debate sobre la violencia obstétrica”, en: Goberna-Tricas, J & Boladeras, M. (coord.): “Violencia obstétrica y el debate actual sobre la atención al nacimiento”. Madrid: Tecnos, 83-91
  • Corral Manzano, GM. (2018): “¿Es necesario tipificar la violencia obstétrica?”, en: Goberna-Tricas, J & Boladeras, M. (coord.): “Violencia obstétrica y el debate actual sobre la atención al nacimiento”. Madrid: Tecnos, 93-103
  • Belli, LF. (2013): “La violencia obstétrica: otra forma de violación a los derechos humanos”. Revista Redbioética/UNESCO, 1 (7): 25-34.
  • Bellón Sánchez, S (2015): “La violencia obstétrica desde los aportes de la crítica feminista y la biopolítica”, Dilemata Año 7 (18): 93-111
  • Bohren, MA et al. (2015): “The Mistreatment of Women during Childbirth in Health Facilities Globally: A Mixed-Methods Systematic Review “, PLoS Med 12(6): 6-14
  • Goberna-Tricas, J & Boladeras, M. (2018): “Análisis del concepto de violencia obstétrica desde las perspectivas legal, médica, filosófica, sociopolítica y pedagógica”, en: Goberna-Tricas, J & Boladeras, M. (coord.): “Violencia obstétrica y el debate actual sobre la atención al nacimiento”. Madrid: Tecnos, 39-68.
  • Mena-Tudela, D et al: (2020): “Obstetric Violence in Spain (Part I): Women’s perception and Interterritorial differences”. Int. J. Environ. Res. Public Health, 17 (21) 7726; doi:10.3390/ijerph17217726 
  • Olza Fernández, I (2014): Estrés postraumático secundario en profesionales de la atención al parto. Aproximación al concepto de violencia obstétrica. C. Med. Psicosom, (111): 79-83
  • Paya Sánchez, M & Martín Badia, J. (2018): “Violencia obstétrica: la lacra detrás del parto feliz”, en: Goberna-Tricas, J & Boladeras, M. (coord.): “Violencia obstétrica y el debate actual sobre la atención al nacimiento”. Madrid: Tecnos, 69-79.
  1. Wildman, K et al (2004): “Maternal mortality as an indicator of obstetric care in Europe”. BJOG: an International Journal of Obstetrics and Gynaecology, (111): 164–169

[1] https://www.natalben.com/michel-odent-contemplad-luna-evitad-libros-serios-parto

[2] Belli, 2013: 28

[3] Goberna-Tricas & Boladeras, 2018: 39.

[4] Ibíd.: 40-48

[5] Bohren et al 2015: 6-14

[6] Goberna-Tricas & Boladeras 2018:58

[7] Ibíd.:59-60

[8] Bellón Sánchez, 2015: 97

[9] Wildman, 2004: 164

[10] Olza Fernández, 2014: 81-82

[11] Corral Manzano, 2018:97

[12] Paya Sánchez, 2018: 76

[13]Ver “Declaración de los Derechos Sexuales”: https://worldsexualhealth.net/wp-content/uploads/2013/08/declaracion_derechos_sexuales_sep03_2014.pdf

[14] Adán C, 2018: 83

[15] Goberna-Tricas & Boladeras 2018:65

[16] Goberna-Tricas & Boladeras 2018:63

[17] Mena-Tudela et al 2020: 11

[18] https://www.elpartoesnuestro.es

[19]https://www.mscbs.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/equidad/saludGenero/saludSexualReproduccion/gpcsapn.htm