Alejandra Manso Díaz
Máster de Sexología y Género
En esté artículo me gustaría invitaros a una reflexión sobre el mundo BDSM, pero siempre desde una perspectiva feminista. En cuanto al ámbito de la sexualidad, desde el feminismo se pretende visibilizar la sexualidad femenina y liberarla de las imposiciones patriarcales con el objetivo de conseguir una sexualidad sana, libre y placentera; por lo que las cuestiones planteadas en este artículo se realizaran teniendo este objetivo como base.
No pretendo ni mucho menos demonizar o patologizar a las personas que realizan este tipo de prácticas, mi intención es más bien preguntarnos y realizar un autoanálisis crítico para saber de dónde puede venir la elección de este tipo de prácticas en nuestra sexualidad.
En primer lugar, qué es el BDSM. Bien, podríamos definirlo como un grupo de prácticas y fantasías eróticas en las cuales se establecen unos roles dentro de la relación sexual. Estos roles son el de sumisa/esclava/sirvienta y amo/señor/dominante. En muchos casos, estos roles se mantienen fuera de las prácticas sexuales. En cuanto a las siglas, La B se refiere al término ‘bondage’, la D incluye ‘disciplina’ y ‘dominación, la S engloba ‘sumisión’ y ‘sadismo’ y por último, la M alude al concepto de ‘masoquismo’. Considero necesario una descripción mas minuciosa sobre estos conceptos, ya que los términos empleados para definirlos, según mi criterio, dicen mucho de la historia, origen y trasfondo de estas prácticas y de su relación con la sexualidad.
El concepto ‘bondage’ aparece traducido como: servidumbre, esclavitud y cautiverio, y también como, juego con cuerdas. Las personas que practican BDSM hacen referencia al concepto ‘bondage’ como la práctica de ataduras con cuerdas/sogas u otros elementos de restricción (cadenas, esposas). ¿De dónde proviene las prácticas de las ataduras? El origen se remonta a Japón, durante la época Edo, donde se practicaba el ‘hojujutsu’, un arte marcial usado como método de captura, transporte y tortura de prisioneros, y de ahí nació el ‘shibari’ que significa literalmente atar y el ‘Kinbaku’ definido como ‘el arte de atar’. El bondage se separa de estas dos prácticas porque usa una única cuerda mientras que en las ataduras japonesas se utiliza una cuerda doble, además de que el bondage apareció como método de tortura en la Europa medieval.
La palabra disciplina proviene del latín y significa enseñanza. Podemos encontrarla definida como doctrina, instrucción de una persona, conjunto de reglas para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de un cuerpo y también, como instrumento hecho de cáñamo con varios ramales que sirven para azotar. Dentro del ámbito escolar, se utiliza para referirse a la regulación de la conducta de los niños, al cumplimiento de las reglas y a las sanciones. En términos de BDSM hace referencia a prácticas relacionadas con reglas, castigos, adiestramiento y protocolos de comportamiento. Muchos de los castigos usados en el mundo del BDSM están inspirados en la cultura religiosa, en la idea del pecado y en “limpiarse” de estos mediante el dolor. De la misma manera, tienen como referencia la disciplina inglesa de la época victoriana, en la cual se implementaban una serie de abusos y maltratos como azotes con fusta, usados para castigar al alumnado. Se refieren a estos castigos como penitencias, del latín ‘paenitentia’, definido como arrepentimiento y dolor que se siente al haber ejecutado una mala acción.
La palabra dominación se define según la rae como señorío o imperio que tiene sobre un territorio quien ejerce la soberanía. Desde el BDSM, este concepto hace referencia al rol de dominación que adopta la persona que manda, dispone y actúa de acuerdo con su voluntad y deseo sobre otra u otras personas que adoptan un rol sumiso.
En cuanto al concepto de sumisión podríamos definirlo como un antónimo al anteriormente mencionado, definido desde el BDSM como complementario a la dominación, hablando normalmente de relaciones Dominación/Sumisión. En este caso la persona que adopta el rol sumiso deja que otra u otras personas, que adoptan el rol dominante, actúen sobre su cuerpo y les obedece. La rae lo define de forma muy parecida, como el sometimiento de alguien a otra u otras personas y como el acatamiento y/o subordinación manifiesta con palabras o acciones.
Por otro lado, la palabra sadismo definida por la rae como: perversión sexual de quien provoca su propia excitación cometiendo actos de crueldad con otra persona. Y definida por el BDSM como prácticas en la que una persona obtiene placer causando dolor, humillación o incomodidad a otra persona. El origen de la denominación de esta práctica proviene del nombre del escritor francés Donatien Alphonse François de Sade, un filósofo escritor de obras en las cuales relataba de forma macabra y muy explícita violaciones y torturas a mujeres, y en general, escenas de sexo excesivamente violento. Pasó gran parte de su vida encarcelado por la controversia que generaron sus obras y por múltiples denuncias por parte de muchas doncellas, y mujeres prostituidas que referían haber sido violadas y torturadas por el Marqués en numerosas ocasiones, además, también recibió denuncias por asesinato.
Por último, quiero hacer referencia a la palabra masoquismo definido primero por la rae como la perversión sexual de quien goza con verse humillado o maltratado por otra persona y después, desde el BDSM, como prácticas en las que una persona siente placer experimentando dolor, humillación e incomodidad. El nombre de esta práctica deriva de la obra ‘La Venus de las pieles’ escrita por Leopold von Sacher-Masoch en la cual sus personajes tenían una relación de Sadomasoquismo. Se cree que la obra podría estar basada en la relación que tuvo Sacher-Masoch con otra joven escritora.
Una vez definidos bien estos conceptos. La primera reflexión que lanzo es ¿estos términos son los indicados para hablar de una sexualidad sana y libre? ¿Es el Marqués de Sade, la cultura religiosa, y el maltrato y abuso académico infantil unas buenas referencias para una práctica sana, libre y placentera de nuestra sexualidad? Además, recordemos que como hemos indicado al principio, los roles establecidos en las prácticas BDSM, son roles desiguales y jerárquicos en los que uno manda y otro obedece, algo que a mi parecer, tampoco casa con el concepto de sexualidad sana.
El concepto propiedad, que para nada consigo relacionarlo con una sexualidad sana y libre, se usa mucho dentro del mundo BDSM. Y se manifiesta con marcas en los cuerpos de las sumisas como collares, tatuajes de códigos de barra, y si, te puedes registrar en una página como esclava con el número de tu código de barras. Escarificaciones y ‘body branding’, que consiste en quemarte la piel con un hierro son otras de las marcas de propiedad.
He recopilado los argumentos más repetidos que dan las personas practicantes de BDSM. Uno de ellos es que el BDSM, ‘son gustos’, y que todos los gustos son respetables. ¿existen los gustos innatos? ¿existe en los genes de alguna persona una inclinación hacia este tipo de prácticas? Los gustos son aprendidos, bueno, más bien impuestos. Un ejemplo, vemos con claridad que desde pequeños a las niñas se las educa para que elijan juguetes asociados a su género, véase muñecas, bebés, cocinitas, etc y a los niños coches, pistolas, espadas, etc. Y todos tenemos claro que no existe ninguna inclinación biológica en esos niños y niñas hacia esos juguetes si no que aprenden que cada uno tiene unos juguetes asignados, y de hecho, si un niño elije jugar con muñecas, es castigado y señalado, en la mayoría de las ocasiones. Bien, pues extrapolemos esto al ámbito de la sexualidad. Vivimos en una sociedad patriarcal en la cual los hombres ejercen una violencia y opresión sistemática contra la mujer y la mujer, gracias a la pornografía, cines, redes y otros medios, aprende a erotizar esa violencia. ¿Si los gustos son libres, por qué tantas mujeres tienen fantasías con sumisión y dolor? En la pornografía se enseña de forma explícita como mujeres “disfrutan” siendo asfixiadas, atadas y maltratadas de diferentes maneras, por lo que por un lado nosotras aprendemos a erotizar este tipo de situaciones y los hombres a erotizarse con nuestro dolor y con su rol dominante. Para resumir, no es una cuestión de respetar todos los gustos. Si tu gusto consiste en ser sometida y maltratada, la pregunta es ¿debemos normalizarlo?
Otro de los argumentos, y el más repetido es el de ‘ya, pero es que es consensuado’ ‘todo está previamente hablado y pactado’. En todas las páginas sobre BDSM dejan claro en todas sus definiciones que existe el consenso. Primero, dejar claro que consensuado no es sinónimo de saludable ni mucho menos de feminista. ¿El hecho de que exista consenso aporta algo ‘extra’ a estas prácticas? De hecho, faltaría más que no existiera un consenso, por supuesto, se da por hecho que lo hay, pero como en todas las prácticas sexuales. Si no hubiera consenso estaríamos hablando de violaciones. También me gustaría añadir una reflexión acerca del significado de la palabra consentir: permitir algo, otorgar, obligarse, soportar, tolerar algo. La palabra consentir lleva implícita cierta pasividad, y el hecho de utilizarla como argumento para una práctica sexual conlleva una desigualdad. Por lo que considero que no tendríamos que consentir, si no querer o desear esa relación o práctica sexual.
A pesar de que suele repetirse un patrón: él manda y ella obedece, se suele escuchar la premisa de ‘las mujeres también dominan’ ‘¿y las dominas qué?’. Para empezar, suele ser una minoría. En la mayoría de las ocasiones dominan porque él se lo pide, porque es una fantasía de él, por lo tanto, la mujer sigue estando para complacer los deseos del hombre y además, en muchos casos son mujeres prostituidas las que ejercen este papel de ‘dominatrix’. En cualquier caso, no veo el factor positivo en el hecho de invertir los roles o en la erotización de la jerarquía, ya que sigue fomentando y asentando los roles de género.
Asimismo, se nos intenta vender el BDSM como algo liberador, novedoso, transgresor, empoderante y por ende, feminista. El sexo tiene que ser sano y placentero no transgresor. ¿es realmente algo novedoso las relaciones basadas en la violencia? ¿O son las relaciones convencionales de toda la vida? La verdad es que me parecería más novedoso relaciones basadas en el cuidado y la empatía.
Desde el feminismo se busca más un autoanálisis, no hay que martirizarse por tener esas preferencias, ni prohibirte nada, ni castigarte por no ser tan feminista porque te guste que tu pareja te dé un azote de vez en cuando, no pasa nada, pero si deberíamos preguntarnos cosas. ¿Qué hay detrás de este tipo de prácticas? ¿qué nos lleva a llegar a ese consenso? ¿realmente me gusta, me apetece? ¿cuál es la situación personal de esa persona?
La sexualidad nos atraviesa en todos nuestros ámbitos, bio, psico y social. Por lo que no se aplica solo al plano del sexo. De tal forma que, alguien que se excita teniendo poder, ¿creéis que solo se limita al ámbito sexual? ¿no buscara ese control en otros aspectos de su vida, en su pareja, en sus relaciones? La sexualidad no escapa de la influencia del patriarcado. No tendría sentido pensar que el género me lo imponen en todos los ámbitos de mi vida menos en el sexual. Todo lo contrario, la base del patriarcado es el ámbito sexual, la opresión de las mujeres viene por su sexo. La explotación sexual y reproductiva, violaciones, vientres de alquiler, mutilación genital femenina… ¿qué tienen en común estos aspectos? El sexo. Por tanto, creer que la violencia ejercida dentro del sexo es libertad sexual para las mujeres es un eufemismo en sí mismo. Un ejemplo, por qué en la frase “me depilo porque quiero” si que vemos la imposición del género, pero en “Dejo que me escupa en la cara porque quiero” ¿Aquí ya no se ve tan claro? ¿Ya no hay género?
El género, por desgracia, al igual que nuestra sexualidad, nos atraviesa por completo.
Referencias:
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