Alba Fernández Turrero
Curso de Monitora en Educación Sexual
con perspectiva de Género

Cuando los señores Patriarcado y Capitalismo se unen, las discriminaciones son cada vez más violentas, más certeras, pero a la vez, invisibles, aplastadas por un sistema que devora todo lo que pilla por su lado.

“Lo esencial es invisible a los ojos” dijo Saint-Exupéry en El Principito. Dentro de este prisma enfocado a la sexualidad, cabría cuestionarse estos dos pensamientos opuestos que me han surgido en torno a esa invisiblidad:

  1. Si lo esencial es que somos seres humanos, diversos, cada quien con sus gustos, necesidades, taras, inquietudes y problemas… Quizás esa diversidad es invisible porque no hace falta hacerla visible: es decir, ya es, ya existe por sí sola y enriquece tanto que no necesitamos hacerla visible.
  2. Lo esencial sigue siendo la diversidad, pero esa invisibilidad no es casualidad: aquello que no se nombra o no es útil para el sistema, no existe.

-Ahora, si te apetece, busca la canción “La confesión”, de María Peláe. Y a disfrutar.-

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«lo esencial es que somos seres humanos, diversos, cada quien con sus gustos, necesidades, taras, inquietudes y problemas…»

En España, nos persiguen aún 40 años de Dictadura franquista y la moral Católica que se empeñó en meterse en todos los hogares; con lo cual, todos o muchos de los prejuicios, tabúes y mitos que nos podamos identificar, han mamado de lo mismo. Esto es algo que no podemos separar de nuestro contexto sociocultural actual, ya que marca nuestra manera de actuar y de comportarnos para con las demás personas y además nos hace ver lo necesaria que es la educación feminista en todos los aspectos de la vida (ya sabemos: lo personal es político, lo sexual, también). Si olvidamos de dónde venimos, nunca podremos reconstruir nuestro presente. Creo que es la clave para evolucionar.

“El hombre propone, la mujer dispone” dice el refrán. Qué bonito, ¿no? Este panorama nos sitúa en un país gobernado por y para el hombre dentro de una estructura en la que el trabajo y la familia –a poder ser, numerosa- son dos pilares básicos para enriquecer y fortalecer el sistema.

Claro, aquí surge la gran diferenciación binaria (en cuanto a los dos géneros hegemónicos, masculino y femenino) que marca la sociedad: ellos mandan, trabajan, actúan, desean y deciden cuándo tener relaciones sexuales mientras que ellas obedecen, se deben al hogar y a sus hijos o hijas, son pasivas, calladas y asumen el deseo de los hombres como algo natural que les ocurre solo a ellos. Ellas no tienen el mismo ímpetu ni deseo sexual que ellos. Ellas no pueden si quiera manifestarlo ni planteárselo, porque lo que importa en realidad es que ellos tengan ganas… y ya. 

Estas desigualdades fortalecidas, como decía al principio, por el Patriarcado y el Capitalismo, nos persiguen hasta nuestros días y no sólo generan discriminación de género. Aparece ahora un nuevo concepto un poco largo y a la vez sexy de pronunciar: heteronormatividad. Toma ya. No sé si hace falta explicarlo mucho pero, por si acaso, voy a resumirlo brevemente. La “norma obligatoria” es la heterosexualidad junto con el binarismo de género (hombre cis y mujer cis) dentro de lo llamado “normal”, que en nuestra historia de la sexualidad engloba una serie de ideas reconocidas por todas nosotras:

– La reproducción.

– El coito. Si es por placer, vale, pero que haya penetración.

– El pene como protagonista.

– El orgasmo como único fin…

Por supuesto, todo esto no se ha ido construyendo e imponiendo porque sí. Es decir, si eres un hombre cis, hetero, a poder ser blanco, a poder ser joven, productivo… vas a triunfar.

Para empezar, somos seres sexuales desde que nacemos hasta que morimos aunque la sexualidad la manifestemos de manera distinta en las distintas etapas de la vida. Para seguir, las mujeres no tienen per se menos deseo sexual que los hombres, es algo que depende de la propia persona, no del género. La situación de que la mujer se callara o se avergonzara ante este y muchos otros temas, como la masturbación o las fantasías eróticas, ahora ha girado bastante el rumbo pero aún queda mucha educación sexual pendiente y mucho trabajo feminista por hacer en relación a la inclusión y a los derechos sexuales de todas.

Es aquí donde entra en juego la perspectiva interseccional; es decir, la teoría feminista que tiene en cuenta y unifica las identidades oprimidas (por ejemplo: mujer, negra, discapacitada) y los factores opresores (Patriarcado, Supremacía Blanca, Capacitismo). En este caso, las protagonistas son las mujeres viejas y las mujeres discapacitadas, gracias a muchas conversaciones y experiencias que he tenido desde hace años con amigas mías que, a pesar de su vejez o discapacidad, han querido salir de su zona de confort y buscar similitudes entre ellas para poder reivindicar sus realidades.

Y desde esta idea principal, hace tiempo que me gusta cuestionar a mi alrededor y seguir cuestionándome a mí misma sobre lo que entendemos por lo “normal” y cómo han ido calando en nosotras todas las ideas de normalidad. Me apetece que nos movamos fuera de esa obligatoriedad, que reconstruyamos y que valoremos lo que somos, que seamos reflexivas y críticas con lo que deseamos, por qué lo deseamos, y sepamos de dónde viene todo lo que hemos aprendido hasta ahora.

¿Qué es lo normal? ¿Por qué nos empeñamos en ser tan normales, en llevar vidas normales, en sentirnos normales? ¿Cómo y quién impone esa normalidad? ¿Qué pasa con las mujeres que se salen de esa normalidad?

Con el bombardeo constante publicitario, la gran estafa de la perfección y el ideal de belleza inalcanzable, nos han coronado. Productos y falsos remedios en pro de una imagen estética, superficial, que no da lugar a la naturalidad de los cuerpos: miro en una tienda de cosméticos y todo es “anti” (anti-arrugas, anti-celulitis, anti-estrías, anti-envejecimiento, anti-canas…) al igual que en la publicidad, la televisión, las revistas, donde sabemos perfectamente qué imagen predomina de la mujer y los comentarios en torno a ella. Recordemos siempre la importancia del lenguaje y lo que genera en nuestros pensamientos y acciones. Tengamos presente también la imagen mental y lo que cada una particularmente consideramos que es la belleza, porque todo a su vez es un engranaje de producción y de consumismo.

Ya lo dijo Julio Cortázar en Instrucciones para dar cuerda al reloj: “no te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj”.

Si la vejez y la discapacidad son entendidas como enfermedades, la sociedad discapacitará a estas mujeres en cualquier ámbito de la vida, no sólo con barreras físicas o arquitectónicas (quizás las que más podemos percibir, si nos movemos por la ciudad) sino tratándolas desde un punto de vista asistencialista o caritativo. ¡Ay, la caridad…! Cuántas veces no habremos escuchado eso de: “¡pobrecitas, si ya tienen bastante!” Es una manera de deshumanizar a la mujer que está fuera de la normatividad. Y sí, cubrir las necesidades básicas está bien, pero los seres humanos también nos nutrimos con afecto, deseos, vínculos, sexualidades y erotismo. La diversidad, como diría Itxi Guerra, en este caso se convierte en diferencia.

Mis amigas viejas y discapacitadas están deseando hablar y sentirse escuchadas. De hecho, cuando nos juntamos, no hay quien las calle, cosa que me encanta. Hace unos años, con total naturalidad, comenzamos a compartir conversaciones sobre sexualidad y nuestras propias sensaciones o experiencias. Ahora me hablan, por ejemplo, de hombres que les atraen, pero también me hablan de una apertura a experimentar otro tipo de relaciones que antes no se planteaban por el sentimiento de culpa o de vergüenza. Quieren sentirse libres, a veces lo consiguen.

Algunas han empezado a conocerse cuando han aprendido que buscar su propio placer es autocuidarse. Casi todas han mejorado su autoestima gracias a descubrirse sexualmente, principalmente consigo mismas. Les cuesta mucho darse prioridad porque se sienten egoístas. Les cuesta mucho pedir ayuda porque muchas de ellas ya se sienten dependientes por el simple hecho de tener otras necesidades o apoyos en su día a día. Casi ninguna, hasta empezar a hablar de ello, había deparado en su yo sexual y les pone muy felices saber que tienen esa llamita dentro. Se sienten “normales” por un momento, aunque me empeño en decirles que es esa anormalidad lo que les hace preciosas, únicas.

Yo les digo a las mujeres viejas y discapacitadas: sí, tenéis sexualidad. Sí, tenéis erótica. Practicadla. Miraos en el espejo, tocaos o pedid que os ayuden a tocaros, pintaos los labios si os da la gana pintarlos, aunque no salgáis a la calle. Pintadlos porque os gusta a vosotras, sin más. Reforzad los piropos que más empoderan: te admiro, qué valiente eres, me encanta estar contigo, me encanta tenerte a mi lado. Decidlo a las que tenéis cerquita. Buscad lo que más os guste de vosotras. Sacaos virtudes, que las tenéis, y sacaos talentos, que son muchos. Pintoras, carpinteras, tejedoras, escritoras, historiadoras… Amigas, madres, hijas, abuelas, compañeras… Conversad con vuestro alrededor, no os avergoncéis de sentir ni de expresar vuestra sexualidad. No os avergoncéis de ser.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

  • García, Mon. (2023). La resurrección de las monstruas. Ed. Imperdible.
  • Freixas, Anna. (2021). Yo, vieja. Ed. Swing.
  • Freixas, Anna. (2018). Sin reglas. Ed. Swing.
  • Guerra, Itxi. (2021). Lucha contra el capacitismo. Ed. Imperdible.
  • Guerra, Itxi. (2023). Ruptura y reparación de la máquina, escritos desde un cuerpo lisiado. Ed. Trincheras
  • Platero Méndez, Lucas; Rosón Villena, María.  De ‘la parada de los monstruos’ a los monstruos de lo cotidiano: la diversidad funcional y sexualidad no normativa.
  • Mareño Sempertegui, M.A. (2021). Una aproximación a la Teoría Crip: la resistencia a la obligatoriedad del cuerpo normativo. Argumentos. Revista de crítica social, 24, 377-429.
  • López Martín, Ignacio. (2024). Normal es un programa de mi lavadora. Público.

FILMOGRAFÍA DISFRUTADA

  • Centeno, Antonio; De la morena, Raúl. (2015). Yes, we fuck.
  • Massé, Michèle. (2014). Las ventanas abiertas.
  • Franco, Fernando. (2022). La consagración de la primavera.
  • Hyde, Sophie. (2022). Buena suerte, Leo Grande.
  • Ortega, Patricia. (2023). Mamacruz.