Andrea Paino.
Máster en Sexología y Género

Quizá no sea un tema muy popular de conversación de sobremesa, pero la labioplastia es un veneno silencioso que va adquiriendo una alarmante popularidad entre las personas con vulva, y no es sino otra de las violencias más que se ejercen sobre nuestros cuerpos.

Este trabajo busca arrojar datos al respecto del incremento descontrolado de esta intervención quirúrgica de remodelaje de los labios internos, con el objetivo de visibilizar y naturalizar la diversidad genital y resaltar la necesidad de una educación sexual integral que nos enseñe a amar, cuidar y respetar nuestros cuerpos, a decidir con libertad qué hacer con ellos, para poder vivir una sexualidad positiva y plena.

Este artículo no pretende estar en contra de la cirugía estética como tal, sino posicionarse en contra de los estándares de belleza irreales, en contra de la ideología patriarcal androcéntrica dominante que violenta los cuerpos de las personas con vulva, obligándoles a ajustarse a un imaginario erótico de “eterna juventud”.

Introducción

Desde hace aproximadamente dos décadas se ha producido un aumento imparable de una serie de procedimientos de cirugía cosmética genital, también llamado cosmetoginecología, que incluyen una serie de intervenciones quirúrgicas de remodelación de la vulva, vagina, labios internos, externos o clítoris.

La labioplastia, consistente en la reducción quirúrgica de labios internos (y con frecuencia también de parte del prepucio del clítoris) ha tenido un especial éxito en los últimos diez años. Y es que, especialmente las personas con vulva se encuentran en una lucha constante con su imagen, al recibir mensajes e introyectos de que no representan el cuerpo canónico perfecto. Vivimos en una sociedad que nos grita que nuestras vulvas son deformes, que no son válidas si no son pequeñas, cerraditas y rosaditas, manteniendo un imaginario erótico basado en la “juventud eterna”, en la infantilización de las vulvas. Cuántas adolescentes habrán hecho una búsqueda rápida en Google del estilo: “¿tener los labios internos más largos es normal?” para caer en mil y una ofertas de corrección de labios, o “rejuvenecimiento” de la vulva, acabando convencides de que la labioplastia es la milagrosa solución que andaban buscando para alcanzar ese cuerpo normativo que tanto se idealiza y satisfacer un deseo ajeno casi más que propio. Y qué peligroso es esto.

Estas operaciones quirúrgicas han sido practicadas desde los años sesenta, aunque no fue hasta 1983 que Hodkingson publicó uno de los primeros procedimientos vaginales cosméticos, que cambiarían por completo la facilidad de remodelación de nuestros genitales.  (Hodgkinson & Hait, September 1984).

Desde entonces, acompañado por las nuevas tecnologías que lo han hecho posible, y la industrialización de la cosmética y de la cirugía estética, (Guardado, 2007) hemos sido testigos de otra nueva ola de preocupación por nuestra imagen, y de la difusión y establecimiento de nuevos cánones de belleza y salud sexual impuestos por los discursos hegemónicos patriarcales que no dejan espacio a la diversidad de los cuerpos.

Vivimos en una sociedad que nos grita que nuestras vulvas son deformes, que no son válidas si no son pequeñas, cerraditas y rosaditas, manteniendo un imaginario erótico basado en la “juventud eterna”, en la infantilización de las vulvas

Abordaje

Me gustaría comenzar arrojando algunos datos que pongan sobre la mesa la problemática que venimos tratando.

La Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética publica cada año una estadística global con el número de cirugías realizadas, y señala que ha habido un incremento del 73.3% en el número de labioplastias desde el 2015 al 2019, siendo el procedimiento estético de más rápido crecimiento a nivel mundial. En el propio año 2019 hubo un aumento del 24.1% (ISAPS, 2019)  y desde el 2019 no se han publicado nuevas estadísticas al respecto, lo que nos lleva a pensar también que se necesitan muchos más estudios e investigaciones que arrojen algo de luz a esta moda descontrolada.

En España, durante el año 2016, 6894 mujeres se sometieron a una labioplastia, y es probable que esta cifra sea aún mayor, ya que algunos procedimientos se realizan en clínicas privadas que no están obligadas a informar sobre el número de intervenciones realizadas.  (Infante, 2019)

Además, me parece interesante señalar que un 85.7% del total de operaciones estéticas a nivel internacional se realizan en mujeres, (ISAPS, 2022) y en España el 85% de las intervenciones de cirugía estética también son realizadas en mujeres.  (SECPRE, 2023)

Estos datos son esclarecedores de la violencia estética dirigida hacia las mujeres, entendida como la presión que se ejerce sobre nuestros cuerpos por alcanzar cánones de belleza irreales. (García, 2024) Muchas intervenciones estéticas pueden causar daños físicos y psicológicos significativos, y estas prácticas deberían estar reguladas por leyes que impidan se continúe infligiendo su impacto negativo con total impunidad.

Además de estigmatizar cualquier cuerpo que no se ajuste a los cánones estéticos impuestos, estas intervenciones también están motivadas por intereses económicos debido a las ganancias que generan, y esto suscita interrogantes sobre la verdadera «voluntad» de las personas que optan por someterse a tales procedimientos, pudiendo llegar a viciar su libre elección. (Balseca Veloz, 2018)

Necesitamos comprender que nuestro cuerpo no es simétrico, y que existe una inmensa diversidad genital.  Durante la pubertad, los cambios hormonales provocan un crecimiento de los órganos genitales externos, lo que puede ocasionar que los labios internos se desarrollen más que los labios externos, lo que llamamos hipertrofia. Los labios muestran una considerable variación en longitud, anchura, forma y pigmentación. (Sandra Filiciani A, 2022). La hipertrofia de los labios menores puede ocurrir sin ningún problema subyacente. No es una malformación congénita, sino más bien de una variante anatómica normal. (Herllurys Hernández, 2023) De hecho, 6 de cada 10 mujeres de entre 20 y 40 años presentan hipertrofia genital. (2019)

El Dr. Franco fue la primera persona que propuso una clasificación del tamaño de los labios internos en 1993, midiendo la distancia existente desde la base de los labios internos hasta su borde, y de esta manera los clasificó en cuatro grados: Grado I cuando hubiera menos de 2 cm, Grado II, de 2 a 4 cm, Grado III de 4 a 6 cm y Grado IV cuando los labios fueran mayores de 6 cm. Sin embargo, los expertos señalan que no siempre se observa una correlación directa entre la longitud de los labios internos y los síntomas o los motivos por los cuales una persona quiere someterse a dicha operación. Resaltan que la longitud por sí sola no es un indicador determinante para asumir que se requiera una intervención quirúrgica.  (Dr. Carbone Alejandro M.D., 2021)

De hecho, antes de que adquiriera tanta popularidad, la labioplastia se realizaba únicamente en casos excepcionales de hipertrofia aguda, en los que hubiera un real malestar físico o dolor. (Pardo S, Sola D, & Galan C, 2015)

Bien es cierto que en ocasiones, la hipertrofia de labios internos puede producir síntomas como irritación (al rozar más con la ropa ajustada o con la ropa interior), aumentar el número de infecciones que se produzcan en la zona, molestia al caminar, molestia o/y dolor durante las relaciones sexuales entre otros. Y como toda operación estética, no pongo en duda que habrá casos en los que será sano y recomendable llevar a cabo una labioplastia, después de que un ginecólogo, sexólogo y/psicólogo hayan valorado la situación específica del paciente. No obstante, la información acerca de las personas que buscan este tipo de intervenciones no proporciona una conclusión definitiva sobre su salud mental en el momento de la solicitud, ni indica si el aumento en la demanda de estos tratamientos refleja alguna tendencia relacionada con la salud mental, tanto en España como a nivel mundial. Esta falta de claridad se debe en gran medida a la escasez de datos, como reconoce Isabel de Benito, presidenta de SECPRE, quien admite que los cirujanos no realizan pruebas que evalúen la salud mental del solicitante.

La hipertrofia de los labios menores puede ocurrir sin ningún problema subyacente. No es una malformación congénita, sino más bien de una variante anatómica normal

Por este motivo, no es aceptable que se ofrezcan estas intervenciones como si habláramos de un corte de pelo. No podemos olvidar que se tratan de cirugías no reversibles, invasivas, y en la mayoría de los casos, como expongo a continuación, su motivación es meramente estética. Por arrojar de nuevo algunos datos: Según un estudio realizado en 5 clínicas de Santiago de Chile entre octubre de 2003 y abril 2014 en el que se analizaron 500 labioplastias, los resultados fueron los siguientes: un 95,4% (477) fueron por motivos estéticos, un 37,2 % (186) por motivos funcionales y un 17,4% (87) por motivos psicológicos.  (Pardo S, Sola D, & Galan C, 2015)

Si eres una persona con vulva, te invito a que reflexiones si alguna vez te ha disgustado su forma, tamaño, color…. y lo alarmante que resulta que vivamos tan acomplejades por algo que es completamente natural, al punto de querer mutilar nuestros cuerpos.

Con la intención de medir la autopercepción de la imagen genital de las mujeres se creó el estudio FGSIS-S (Female Genital Self-Image Scale-Spanish, o Escala Española de Autoimagen Genital Femenina). Se analizaron las respuestas  de 200 mujeres entre 18 y 70 años, hispanohablantes nativos, no embarazadas, sin ninguna enfermedad, que asistieron a consultas de ginecología general en el Hospital 12 de Octubre, de marzo a mayo de 2021. Para llevar a cabo el estudio se les realizaron preguntas como: «¿Alguna vez te ha preocupado tu apariencia genital?» y “¿Alguna vez ha considerado someterse a una cirugía estética genital?”. En el 41,1% de los casos las mujeres refirieron preocupación por la autoimagen de sus genitales y en el 12,4% habían considerado someterse a una cirugía estética como la labioplastia. (Bartolomé Dr. Alba, 2023)

Este es un reflejo escalofriante de la sociedad en la que vivimos, y tenemos la responsabilidad de hacer algo al respecto.

¿Y quién dicta los cánones de belleza estéticos? ¿De dónde nos viene la idea de qué es una vulva normal?  Esta moda de la labioplastia tiene muchos orígenes, pero un factor motivador importante es la autoimagen genital, que se ha demostrado que está muy influida culturalmente (Christina N. Schmidt, 2021), y la pornografía tiene un papel importante en todo esto. Este descontento con nuestras vulvas comienza en la pubertad, cuando el cuerpo comienza a desarrollarse; en la mayoría de los casos vivimos de manera natural con nuestros genitales hasta que empezamos a experimentar estos cambios físicos y nos empecemos a cuestionar todo, especialmente lo que gire en torno a nuestra sexualidad. Comenzamos a ser conscientes de los introyectos que recibimos por parte de la sociedad, medios de comunicación, pornografía, que intenta encasillar nuestros cuerpos en una normatividad que no existe, y nos hace caer en la inseguridad, en pensar en mutilar nuestros cuerpos para entrar en cánones de belleza establecidos siguiendo un ideal de juventud y erotismo patriarcal.

Por esta razón es fundamental poder reconocer la pornografía como una forma de entretenimiento ficticia y poder reconocer que existen diversas formas y representaciones genitales, todas igualmente válidas.

Conclusiones y discusión

Menos labioplastias, menos presión estética sobre nuestros cuerpos y más educación sexual que muestre la diversidad de las vulvas, y que nos enseñe a querernos. Necesitamos frenar este aumento descontrolado de odio hacia nuestras vulvas, y para ello es necesario visibilizar este tipo de prácticas como una forma de violencia más, y fomentar la regulación de éstas mismas, apostando y cuidando ante todo el bienestar psicológico y físico de la persona que lo solicite.

Este artículo no pretende ser una crítica a la labioplastia en los casos en los que sea necesario, sino una crítica a la educación que recibimos, que nos hace vivir una fijación y obsesión con la estética más allá incluso de nuestro bienestar sexual. Dejemos de mutilar nuestros cuerpos cuando no hay nada mal en ellos, y aprendamos a querernos mejor.

Bibliografía