María Zamora Sánchez
Máster en Terapia sexual y de pareja

Persona sentida mujer, blanca, europea, veintisiete años, con titulación universitaria, clase media, heterosexual actualmente, sin pareja estable, con relaciones sexuales esporádicas, con miedos, cosas que aprender, actualmente en el año 2018 y tantas otras cosas que también me definen. Y es que cuando hablamos de responsabilidad y sexualidad lo primero que podemos hacer es pensar en una misma. ¿Cómo soy? Pero ¿cómo soy actualmente? Gustos, formas de actuar, experiencias actuales, aspectos íntimos como pueden ser las fantasías o deseos, sueños, formas para excitarnos, etc. Sin olvidarnos de nuestro yo anterior, el de hace unos meses, años, el que convivía con nosotras mismas en la adolescencia o la niñez.

Ser consciente, conocer el entorno, saber qué intenciones tenemos o queremos tener, conocer los límites personales y sociales o las alternativas que hay, son posibles pasos para llevar a cabo un cambio con respecto a nuestra propia sexualidad.

En primer lugar ser consciente de qué tipo de sexualidad vivimos en este momento conlleva saber qué significa la sexualidad para una misma y si realmente queremos cambiar algo o no. Si optamos por un cambio, que sea para mejorar algún aspecto, si por el contrario estamos totalmente satisfechas en cómo vivimos nuestra sexualidad, no debemos cambiar nada. Pero para tener claro esto, sería conveniente tener en cuenta los siguientes aspectos;

El entorno siempre nos condiciona, el donde vivimos y en qué época vivimos, con quién nos relacionamos, qué educación hemos recibido, cómo es nuestra familia, etc. aspectos que hacen variar el cómo sentimos. Por otra parte saber qué intenciones tenemos o queremos tener significa el cuánto queremos cambiar, ¿Estamos dispuestas realmente a vivir tal como lo hacemos en la actualidad? o ¿Quizás estaría mejor tener la posibilidad de cambiar algo? Conocer los límites personales o sociales es uno de los aspectos más difíciles personalmente, saber decir ‘no quiero’ o ‘esto no me gusta’ hace que no corra riesgos en hacer algo que va a hacer sentirme mal. Por último, las alternativas que hay corresponden a todo aquello que puede llegar a realizarse después de tener en cuenta todos estos puntos anteriores, en un principio, pero también en todo aquello que ya no depende de nosotras aunque hagamos lo posible para vivir nuestra sexualidad con la mayor libertad posible.

Y es que cuantas veces has realizado las siguientes preguntas y te has contestado tú misma ¿Me quiero?, ¿Me gusta mi cuerpo tal y cómo es?, ¿Lo que me proponen me gusta?, ¿Me considero una mujer deseada? ¿Qué me apetece hacer en estos momentos?, ¿Podría pedir algo sexual que realmente quiero?, y si puedo ¿Lo pido?, etc.; son muchas las preguntas que podríamos hacernos y seguro que nos costaría un tiempo en pensar y contestarnos. Es normal, cuando nuestra  educación afectivo sexual siempre está en segundo plano, a muy pocas mujeres nos dicen desde bien pequeñas que nuestro placer debe estar en primer lugar, que el respeto empieza por nosotras mismas conociendo que nos gusta y que no nos gusta para no terminar haciendo algo que no nos apetece, o que siempre que tú quieras puedes disfrutar de tu sexo de la manera más libre posible.

Para lograr comprender mejor cómo podríamos ser un poquito más responsables de nuestra sexualidad, porque seguro que ya lo somos, a continuación voy a citar a cuatro autoras que pueden darnos una serie de pistas sobre varios temas que rodean la sexualidad. Coral Herrera ha publicado actualmente un libro llamado ‘Mujeres que ya no sufren por amor, transformando el mito romántico’, Danièle Flaumenbaum con ‘Mujer deseada, mujer deseante’. Las mujeres construyen su sexualidad’, Sylvia de Béjar con ‘Tu sexo es tuyo’ y a Naomi Wolf con ‘Vagina. Una nueva biografía de la sexualidad femenina’. Son muchas las autoras que trabajan aspectos sobre sexualidad, violencias, género, tipos de relaciones, etc. pero considero que este articulo va a estar centrado tanto en sentir la sexualidad como una forma de relacionarnos con nosotras misma positivamente, querernos, respetarnos, como en qué tipo de aspectos, por ejemplo deseo, el cuerpo, el sexo, hacen que vivamos más explícitamente nuestra sexualidad en nuestro día a día de una forma mucho más positiva.

Comenzar a vivir la sexualidad desde el amor, pero no desde ese amor negativo, Coral Herrera lo explica muy bien en su libro, ‘‘tenemos que trabajar mucho para deshacernos esta asociación entre amar y sufrir, amar y sacrificarse, amar y someterse, amar y renunciar’’ (Herrera, 2018, p.33), es importante ‘crear las condiciones que nos permitan disfrutar a todas’ (Herrara, 2018, p.33). Porque:

Quererse bien a una misma es una cuestión política: es la primera rebelión feminista contra el patriarcado, que nos quiere en guerra contra nosotras mismas. Estar bien con una misma, conocerse bien, quererse bien y cuidarse mucho es, hoy en día, una revolución necesaria y urgente para acabar con la subordinación de las mujeres (Herrera, 2018, p.68).

¿Cómo se logra querernos bien?, en primer lugar trabajar la relación con nosotras mismas, conocernos, saber que nos hace felices y que no, que no nos gusta pero podríamos mejorar. Y es que:

Quererse bien a una misma es un acto transformador y revolucionario: para disfrutar de la vida es esencial que podamos disfrutar de nosotras mismas, cuidarnos, mimarnos, dedicarnos tiempo y atenciones como lo hacemos con nuestros seres queridos. Para relacionarnos con amor con nuestros cuerpos y nuestra mente, tenemos que parar la guerra interna que nos chupa energías, el tiempo y los pocos recursos de los que disponemos (Herrera, 2018, p.69).

Querernos bien es ser responsables tanto con la salud física, mental y emocional, proporcionamos autonomía y con ello libertad.

Podríamos hacer los siguientes ejercicios como cita Sylvia de Béjar (2001) en ‘Tu sexo es tuyo’:

Dedícate un mínimo de un cuarto de hora diario a mimarte…, haz una lista de tus cualidades y reflexiona sobre ellas, al final del día,…piensa en las cosas positivas que hayas hecho durante la jornada y prémiate por ello…,…escribe un diario…,…piensa en todo lo positivo que hay en tu vida…,….imagina que eres tu propia hija o tu mejor amiga y aconséjale lo que creas mejor para ella (p.71-72).

Naomi Wolf (2012) describe en Vagina: ‘’Este viaje me ha enseñado, para mi sorpresa, que a pesar de que nos pasamos todo el tiempo hablando de sexo, la información que tenemos sobre la sexualidad femenina está desfasada’’ (p.107).

¿Será cierto que las mujeres manejamos una serie de información  no actualizada en el año 2018? Naomi Wolf escribió Vagina en el año 2012 y ya afirmaba esto. Desde luego si tuviéramos buena información a nivel bio-psico-sexual entenderíamos mucho mejor nuestras propias respuestas sexuales y emocionales. La información es clave para conocernos y saber realmente que queremos. Ser lo más libre posible dentro del caos emocional o los roles de género que nos imponen socialmente. Es ahí donde comenzaríamos a ser conscientes de nuestra  forma de vivir la sexualidad.

Sylvia de Béjar también coincide con Virginia Wolf, ‘‘las mujeres nunca-ni siquiera hoy- hemos sido educadas para ser dueñas de nuestra sexualidad’’ (Wolf, 2012, p.23), por eso ‘‘ya va siendo hora de que analicemos nuestro modelo de sexualidad desde una perspectiva femenina y digamos no a todo aquello que no nos acaba de convencer’’ (De Béjar, 2001, p.28).

El modelo de sexualidad que tenemos es falocentrica, vivimos bajo el patriarcado, es cultural, y esto hace que el deseo del hombre este en una posición muy superior al deseo de la mujer, que ni siquiera se cuestiona, el sexo como actividad no es vivida en muchas casos o no siempre como placentera.

El daño que este modelo ha causada a la sexualidad femenina es haber reforzado una tendencia cultural fracturada y comercializada en la que las personas –también- ‘’las mujeres sexualmente liberadas’’- se ven como unidades asiladas,  cerradas en sí mismas, y considerar el placer como algo que se tiene que comprar igual que se compran unos zapatos de diseño, en lugar de ver el sexo como una forma de compartir una profunda intimidad con otra persona, o con uno mismo, o como una puerta que nos permite acceder a una dimensión superior, más imaginativa y plena que incluye  y afecta a todos los aspectos de nuestra vida (Wolf, 2012, p.325).

Sylvia de Béjar (2001) nos propone, ‘‘escucharnos a nosotras misma…, …manteniéndonos informadas, cuestionándonos todo y aprendiendo…, …practicando con imaginación…, …arriesgándonos a pedir, a probar, a cometer equivocaciones’’ (p.74-75). Si realizamos ejercicios como estos o parecidos, entraremos en un estado de relajación que ‘‘facilita la excitación femenina…,…sentirnos valoradas y relajadas aumenta nuestra respuesta sexual, el ‘’estrés malo’’ puede interferir radicalmente en todos nuestros procesos sexuales’’ (De Béjar, 2001, p.50) de esta manera gozaremos, ‘’es permitir tener un sexo femenino vivo,…animado en sus funciones de placer y de goce para saber que forma parte de una y así sentirse feliz de ser mujeres’’ (Flaumenbaum, 2006, p.43).

Una de las formas que tenemos entre nosotras, entre las mujeres, para comprender, aconsejarnos, liberarnos de la tensión que ello conlleva es hablar. Pero como vamos a hablar si la ‘normalidad’ está totalmente distorsionada; para trabajar esto es muy importante ‘‘replantearnos nuestro modelo de sexualidad en beneficio nuestro’’ (De Béjar, 2001, p.33) donde el placer es el punto de partida para ‘’conocer nuestro cuerpo, plantearnos cómo nos gustaría que fueran nuestras relaciones sexuales y comunicárselo a nuestras parejas’ (De Béjar, 2001, p.49). Tener claro que el ‘’sexo empieza en el cerebro’’ (De Béjar, 2001, p.73), siendo capaz de darnos permiso, no sucede, ‘’tú haces que suceda’’ (De Béjar, 2001, p. 193).

Una vez trabajado una misma, y de manera constante, es necesario llevar la responsabilidad a las relaciones afectivo-sexuales que tenemos con otras personas, sean nuestras parejas o no. Relaciones que por supuesto no son violentas ni para nosotras ni para la otra persona. Donde la vía de comunicación debería ser lo más clara posible, asertiva, empática, de escucha activa. Donde las personas que participen en la relación deben saber respetar tiempos, espacios, comentarios, como también aprender a comunicar lo que están sintiendo. No nos enseñan a trabajar las emociones de manera positiva, y la socialización diferenciada juega un papel muy importante. Donde reír está bien visto, llorar o se normaliza si te consideran mujer o te clasifican como un ‘débil’ si eres hombre. En las relaciones sexuales ocurre lo mismo, no aprender a dejarnos llevar, a soltarlo, a expresar de la forma que nos salga lo que estamos sintiendo por miedos o vergüenzas hace que no estemos disfrutando y por lo tanto no estamos siendo responsables con nosotras mismas. Danièle Flaumenbaum (2006) describe en su libro que:

La mujer, aún hoy, sigue desconociendo su sexo. Sigue teniendo miedo del sexo del hombre. Por miedo de quedar sometida a éste, no se atreve a ver en él un objeto de placer por descubrir y honrar, cuando es evidente que los sexos fueron hechos para encastrarse, y ese  encastre procura bienestar y festejar la vida (p.40-41).

¿Entonces qué tipo de relaciones sería deseable? Un amor compañero/a.  Pero, ¿Qué significa amor compañero/a?  ‘’Es una forma de quererse basada en la solidaridad, la empatía, el respeto, la ternura y los cuidados’’ (Herrera, 2018, p.100). Con el amor compañero:

Podríamos tejer redes de cooperación y ayuda mutua, redes de afecto libres de explotación y de violencia, redes de ternura y apoyo que nos permitan construir un mundo más igualitario, más pacífico,…, el amor compañero en pareja consistía en la unión de dos personas que se juntas libremente para compartir la vida el ratito que dure el amor,…, se construye desde la libertad y las ganas de estar juntos,… Se disfruta como se disfruta de la amistad, en el aquí y el ahora (Herrara, 2018, p.101).

No hay posesividad, no hay celos, miedos u obsesiones.

Si hay disfrute, acompañamiento, pasarlo bien, risas, conversaciones, compartir, crecimiento común, cuidados. Se consigue con honestidad y coherencia. No es un intercambio por sexo, ‘’El sexo es para comunicarse y disfrutar: no se concibe como una moneda de cambio ni una transacción, y no se concibe separado del amor: el sexoamor es una forma de quererse, no son dos cosas diferentes’’ (Herrera, 2018, p.102).

Pero si no puede existir amor compañero/a no pasa nada, todo está bien. Debe de reinar el respeto. Si la otra persona u otras personas deciden que la relación no va a seguir, también es de nuestra responsabilidad respetar y aprender a vivir esta nueva situación lo mejor posible. Pasando el duelo de la manera que decidamos pero siempre sin violencia, ni contra nosotras mismas ni contra las demás. Violencia que podría representarse por ejemplo con el abandono de nuestro sexo, o queriendo seguir vinculada a la otra u otras personas. Dejemos que el tiempo coloque, rompamos todos los mitos del amor romántico y vivamos como si todo se acabara dentro de un minuto.

Conclusión; Vivimos en un mundo que nos guste o no es bien diferente si te ven cómo a un hombre o por el contrario si te ven como a una mujer, esto llamado socialización diferenciada, para la sexualidad también afecta. Es de nuestra obligación empezar a considerarnos sujetos de deseo y luchar contra toda violencia que nos considera objeto. Al igual que si no hemos tenido la posibilidad de tener una buena educación emocional, es recomendable que no perdamos más tiempo y nos formemos a través de lecturas, de compartir experiencias, de ensayar y cometer muchos errores para aprender a identificar y sentir, sea lo que sea lo que sintamos. Y por último proyectar hacia el futuro el cómo queremos vivir la sexualidad, cerrar los ojos y soñar con una muy posible realidad.

 

Bibliografía.
  • De Bejar, S. (2001). Tu sexo es tuyo. Barcelona, España: Plaza Janés.
  • Flaumenbaum, D. (2006). Mujer deseada, mujer deseante. Las mujeres construyen su sexualidad. Barcelona, España: Gedisa editorial.
  • Herrera, C. (2018). Mujeres que ya no sufren por amor. Transformando el mito romántico. Madrid, España: Catarata.
  • Wolf, N. (2012). Una nueva biografía de la sexualidad femenina. Barcelona, España: Editorial Kairós, S. A.