Almudena Lafuente Albite
Máster Sexología sanitaria
con perspectiva de género

Existen muchas definiciones del concepto de familia. La definición que da la Real Academia de la Lengua española de la palabra familia es: Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas. Conjunto de descendientes, ascendientes, colaterales y afines de un linaje. Así podemos entender que entre las personas es necesario un lazo de parentesco para poder considerarse parte de la misma familia, siendo la estructura familiar clásica la formada por una madre, un padre y los hijos y/o hijas. No obstante, desde hace algunos años, en una sociedad moderna como la actual, conviven otros modelos diferentes de familia, siendo cada vez más común la diversidad en las formas de convivencia. De esta manera, encontramos familias adoptivas, reconstituidas, monoparentales y monomarentales, extensas, homoparentales, etc. Además de todas las combinaciones de estas que se puedan dar. 

En gran parte, esta evolución en la diversidad familiar es posible gracias a avances en la legislación española como los siguientes:

  • Posibilidad de acceso de las mujeres sin pareja y parejas lesbianas a las técnicas de reproducción asistida.
  • Aprobación del derecho al matrimonio en el año 2005 para las parejas homosexuales.
  • Regulación de las uniones de hecho.

Es importante aclarar que no existe un tipo de familia que sea mejor que otro. Lo más importante en una familia es que exista una buena relación entre sus miembros, que tengan comunicación, confianza, afecto, respeto, cuidados y responsabilidades. Por lo tanto, la calidad de estas relaciones es el concepto sobre el que poner el énfasis, y no tanto la estructura familiar per se.

El presente artículo aborda en concreto la situación y vivencia de las familias constituidas por parejas del mismo sexo.

La homoparental/marental es un tipo de familia en la que dos adultos del mismo sexo que mantienen una relación de pareja experimentan el deseo natural de querer formar una familia y realizan funciones de crianza. La homoparentalidad es reconocida en España desde que el matrimonio homosexual está autorizado (Ley 13/2005, de 1 de julio). Fue el tercer país  en conseguirlo, siendo el primero Países Bajos en el año 2000. 

Aunque cada vez están más reconocidas y aceptadas, muchas veces son sometidas a juicios sociales en cuanto a su modo de crianza y autenticidad como entidad familiar distinta de la tradicional. 

Las razones que llevan a estas parejas a ser madres/padres son las mismas que en el caso de parejas heterosexuales o personas solteras, ya que la decisión de ser padre o madre no depende de la condición sexual de las personas, sino del deseo biológico de cada una y la necesidad de transmitir valores, educar y formar ese vínculo tan especial que se crea desde el amor, cariño y protección hacia los hijos. Y es que cualquier persona puede querer emprender uno de los proyectos más importantes de su vida: la paternidad/maternidad; sin que la orientación sexual influya de manera alguna en tal deseo. De hecho, según la investigación que José Ignacio Pichardo Galán, profesor de Antropología social en la Universidad Complutense de Madrid, realizó en 2009 entre personas que se definen como lesbianas, gays o bisexuales, el 80% de los menores de 26 años tenían hijos o decían que les gustaría tenerlos en el futuro. 

Aún así, estas parejas se encuentran en una situación diferente al resto, puesto que la llegada de estos niños a la familia no será habitualmente el resultado directo de su sexualidad. Deberán elegir entre una serie de opciones:

  • Entre las mujeres el uso de la reproducción asistida ( inseminación artificial con semen de donante (IAD) es uno de los más sencillos y económicos. A partir de los 35 años, cuando la reserva ovárica puede empezar a ser menor y disminuye la fertilidad, puede que sea necesario recurrir a la fecundación in vitro (FIV) con semen de donante.
  • Las parejas lesbianas también pueden optar por el método ROPA (Recepción de Ovocitos de la Pareja), es decir, una mujer aporta los óvulos para fecundar con el semen de un donante anónimo, y la otra mujer es la que recibe los embriones y lleva a cabo la gestación. Para este último tratamiento, la ley exige que ambas mujeres estén casadas o bien sean pareja de hecho.
  • En el caso de mujeres que quieran amamantar sin haber estado embarazadas, ya sea para una criatura adoptada, para una maternidad subrogada, o en el caso de parejas de madres que deseen compartir esta función, existe la lactancia inducida. Aunque todavía son experiencias poco conocidas, lo cierto es que, con información y apoyo adecuados por parte de un profesional, inducir la lactancia materna, aunque no es un proceso simple, es perfectamente posible en la mayoría de casos, y cada vez más madres se animan a intentarlo.
  • Entre los hombres se extiende el uso de la adopción. En caso de ser rechazados a la hora de adoptar, muchas parejas optan por la gestación subrogada. En España los tratamientos de gestación subrogada no están permitidos por la Ley de Técnicas de Reproducción Asistida, pero es totalmente legal para un ciudadano español tener un hijo o hija por esta vía en un país donde sí está regulada (EEUU, Canadá, Ucrania o Georgia).
  • También en ocasiones deciden constituir su hogar con hijos de anteriores relaciones heterosexuales.
  • Otra opción para estas familias es la coparentalidad, en donde dos familias (ya sean formadas por gays y lesbianas,  gays y mujer soltera o lesbianas y hombre soltero) se ponen de acuerdo para tener un hijo. Se debe elegir antes quién va a ser el donante de esperma y quién la gestante, aunque esto no implica que no pueda haber más personas en el proceso puesto que al final, todos serán padres de ese bebé. Para evitar futuras disputas entre padres y madres, se puede presentar un “plan de coparentalidad” frente a un juez donde quede reflejado el papel de cada uno. 

Estas parejas deben tomar complejas decisiones a la hora de, en primer lugar, elegir entre las opciones anteriores para llegar a convertirse en madres y padres. Posteriormente, tendrán que pasar largos procesos burocráticos de adopción, o elegir el método de concepción, un donante adecuado (conocido o no), recurrir al sistema de salud, con el miedo al rechazo que ello conlleva, someterse a procedimientos invasivos, etc. Además, a menudo sienten que tienen que justificar la calidad de su maternidad de forma más frecuente que lo que lo sienten las madres y padres heterosexuales, y que deben probar al mundo que van a ser buenos padres, que van a ser capaces de criar a sus hijos tan bien como lo haría una pareja heterosexual, en un ambiente óptimo para su correcto desarrollo. Por otro lado tienen miedo de que su hijo/a crezca en un ambiente homófobo fuera de casa y que se puedan sentir discriminados por pertenecer a una familia homoparental. Por último, deben enfrentar en muchas ocasiones impedimentos administrativos y jurídicos. Las dificultades jurídicas más graves aparecen a la hora de registrar o formalizar la filiación con el niño/a, y varían en función del modelo de formación de cada familia, ya sea por inseminación artificial, adopción o por gestación subrogada. Otras dificultades a nivel administrativo que pueden darse están referidas a las bajas de maternidad y paternidad, a la recepción de ayudas para madres trabajadoras o a la inclusión de los hijos en la declaración de la renta.

Las parejas homosexuales, por el hecho de tener que pasar por todas estas limitaciones y obstáculos añadidos, en general, tienden a estar más motivadas y comprometidas que algunas parejas heterosexuales. Siendo las criaturas muy deseadas y la implicación parental muy alta. De hecho, convertirse en padres para muchos es un acto de valentía y compromiso con la educación de sus hijos, así como una prueba o test frente a la sociedad.

En cuanto a la capacidad de estos padres y madres para criar y educar a sus hijos/as está demostrado que, en relación al desarrollo psicológico, cognitivo, académico y las relaciones sociales, no existen diferencias significativas con respecto a hijas de parejas heteroparentales y monoparentales, y tienen un desarrollo emocional y social semejante al resto de la población.

Las únicas diferencias llamativas encontradas han sido que los niños de parejas gays o lesbianas son más flexibles en sus roles de género y aceptan en mayor grado la homosexualidad que el resto de sus compañeros. Ello puede ser debido en parte a la existencia de un reparto de tareas más igualitario entre estas parejas, involucrándose ambos progenitores de igual manera en la educación de sus criaturas, incluyendo especialmente la educación afectivo-sexual.

Es importante mencionar a las personas trans, las cuales tienen todavía más dificultades para ser padres/madres, pues a pesar de que tienen las mismas consideraciones en función de su sexo biológico que las personas gays o lesbianas, las operaciones y tratamientos hormonales que habitualmente reciben pueden traerles complicaciones en el caso de querer ser madres o padres biológicos. Lamentablemente, suelen ser más discriminadas que las personas gays o lesbianas.

En definitiva, no podemos obviar que las familias homoparentales y homomarentales se enfrentan a los mismos cambios y reajustes que cualquier familia, pero con mayor grado de estrés al tener que superar más obstáculos. Por ello, es necesario hacer un ejercicio de verdadera integración por parte de todos nosotros, ya sea como profesionales de la salud que podamos atenderles en un momento dado, o como miembros de la sociedad, para que estas familias puedan vivir y desarrollarse con libertad y normalidad, dotándoles de visibilidad, reconocimiento y soporte desde todos los estamentos. Para lograrlo, es esencial que nuestro lenguaje y nuestra actitud integren a todas las formas posibles de familia; sensibilizar para que se consideren políticas de natalidad más modernas, que sean acordes a los tipos de estructuras familiares que existen hoy en día; proporcionar una educación sexual universal de forma transversal en las escuelas donde esta diversidad sea contemplada. Por último, si fuera necesario, readaptar los servicios de salud y preparar mejor a los profesionales, con mayor comprensión y conciencia de las nuevas estructuras familiares en nuestro sistema de salud.

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