Elisa Ortiz de Urbina
Máster de Sexología y Género

En este artículo me propongo analizar la pornografía ya que es un tema en el que las feministas estamos claramente divididas, existiendo dos corrientes contrapuestas sobre a la misma: la abolicionista y la anticensura o movimiento prosex.

En primer lugar conviene definir qué es pornografía. Etimológicamente la palabra procede el griego y se divide en porno que significa prostituta y graphein que significa escribir. La primera vez que leí esto pensé que se lo habría inventado alguien contrario a la pornografía ya que no creo que trate de prostitución sino de sexo ni que lo que vemos en pantalla sean prostitutas y prostitutos sino actrices y actores. Después me sorprendí cuando averigüé que era verdad. Al buscar en el diccionario de la RAE vi la definición actual del término y encontré “Pornografía: presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación.” Me quedo con esta definición que me parece que se corresponde más con la idea que todos tenemos de lo que es la pornografía y entiendo que la palabra, desde su origen, ha sufrido una evolución y cambios, como sucede con otras muchas palabras.

Otra definición que he encontrado y con la que tampoco estoy de acuerdo es la que da Ruwen Ogien en su libro “Pensar la pornografía” ya que incluye varios elementos, entre ellos los rasgos narrativos que, según dice, consisten en deshumanizar y degradar a los personajes. No veo por qué la pornografía, entendida como género cinematográfico cuya finalidad es excitar sexualmente al espectador, tiene que presentar a los personajes degradándoles. Es cierto que la pornografía mainstream suele ser muy degradante para la mujer, en ningún momento voy a negar esto, pero ni toda la pornografía es así -en las propias páginas web de porno hay videos en los que nadie, ni la mujer, es degradada- ni tiene por qué ser así, pero esta es mi conclusión, la cual explicaré más ampliamente al final del artículo. Antes quiero explicar cómo llegué a ella.

Para definir mi posición sobre este tema he analizado los argumentos que dan ambos bandos a favor de su posición. En ambos casos se suele equiparar pornografía y prostitución y, aunque entiendo las similitudes, no creo que sean exactamente lo mismo, principalmente por las condiciones en que se realiza o debería realizarse. La pornografía es una película que se graba con bastantes personas presentes, en la que no todo lo que ocurre tiene que ser real, pueden fingirse muchas cosas, editarse tomas, sustituir el supuesto semen por otros fluidos, repetirse tomas, etc mientras que la prostitución se suele ejercer a solas, una mujer con un cliente sería el caso más habitual, en la actualidad en España es siempre al margen de la ley e incluso muchas veces en la calle, circunstancias que representan mucho más peligro para la mujer que las que se dan en las grabaciones de películas porno. Por ese motivo tengo una opinión formada respecto a la pornografía pero no respecto a la prostitución y por eso este artículo se refiere exclusivamente a la primera.

Las feministas abolicionistas consideran que en el porno la mujer es considerada una cosa al servicio del hombre, que es presentada en una posición denigrante y es el origen de la violencia sexual contra las mujeres ya que los hombres aprenden viendo pornografía qué es la sexualidad y después lo llevan a la vida real. Una de sus frases más famosas, que resume esta idea, fue enunciada por Robin Morgan diciendo: “La pornografía es la teoría y la violación la práctica”. Consideran que los hombres, al ver estas películas creen que tienen derecho de acceso libre al cuerpo de las mujeres y que con ella se ratifica la supremacía masculina. En oposición a ello Gayle Rubin opina que la pornografía no es el origen del sexismo sino una consecuencia más de éste.

La posición abolicionista presenta a las mujeres como víctimas y en una situación de peligro siempre. Esto fue lo que llevó a algunas feministas en los años 70 a pensar que era mejor dejar la discusión acerca del sexo para algún momento posterior, para un momento más seguro para las mujeres. Más adelante, sin embargo, a finales de los ochenta, e incluso hoy en día, algunas autoras siguen expresando la misma idea, es decir, el momento más seguro no llegó y siguieron considerando que las mujeres estaban en peligro frente a los hombres, llegando a considerar que toda relación heterosexual es una violación ya que se basa en los cimientos del patriarcado, en la superioridad del hombre sobre la mujer, llegando a proponer que la revolución feminista pasa por toda eliminación de la actividad sexual. Parecen beber del feminismo cultural de los años 70 y su idea de que los hombres son predadores sexuales cuya sexualidad es violenta y compulsiva e incontrolable. En este clima de peligro absoluto es donde se plantea la abolición de la pornografía, para la protección de las mujeres.

Esto presenta uno de los debates típicos en la materia: placer vs. peligro. Las feministas abolicionistas priman la seguridad de las mujeres, al concebir a los hombres como agresores frente a la posibilidad de experimentar un placer propio por parte de las mujeres. Una de las críticas que hace el feminismo prosex a esto es precisamente esa diferenciación entre la sexualidad de las mujeres y la de los hombres; parece implícito que los hombres tienen un deseo irreprimible que les lleva a desear actos sexuales violentos y que las mujeres tenemos una sexualidad suave, tierna y emotiva. Frente a la postura que concibe la sexualidad masculina como abominable Alice Echols plantea la paradoja de que si la sexualidad masculina es tan desfavorable y desolada ¿qué se lograría eliminando la pornografía?

Las feministas prosex plantean la posibilidad de que la sexualidad femenina sea tan agresiva y potente como la masculina. Critican esta diferenciación alegando que bebe directamente de los dictados del patriarcado, uno de cuyos pilares es el binarismo de genero y la diferenciación, oposición y enfrentamiento de hombres y mujeres, de lo masculino y lo femenino. La representación más clara de esta idea se da en el reciente pornoterrorismo o postporno, se trata de un movimiento artístico que presenta a las mujeres y su sexualidad de una manera agresiva y violenta cuestionando de esta manera la idea de que la mujer es algo delicado y frágil, lo mismo que su sexualidad.

Otro de los postulados del feminismo abolicionista es que hoy en día constituye la principal fuente de educación sexual de niños, niñas y adolescentes. En la pornografía a la que se accede automáticamente en internet hay una fuerte carga violenta hacia las mujeres y la mayoría de las prácticas obvian su placer real centrándose especialmente en el placer del hombre y muy especialmente en el coito, así los adolescentes entienden que esto es lo normal y es lo que luego trataran de reproducir en sus relaciones sexuales. Las feministas prosex alegan que esto es reflejo de la primacía que se da a unas prácticas sobre otras, de la normatividad en la que vivimos inmersos que también tiene su reflejo en el cine porno pero que existen otro tipo de prácticas, también en la industria del cine para adultos, que siempre están ladeadas, se consideran inferiores e incluso tienden a esconderse. A este respecto, Paul Preciado señala que “el mejor antídoto contra la pornografía dominante no es la censura, sino la producción de representaciones alternativas de la sexualidad, hechas desde miradas divergentes de la mirada normativa”. Aquí entraría de nuevo el postporno y otras corrientes como el porno alternativo que presenta estéticas y cuerpos no normativos que no los que estamos habituados a ver en el porno, el sadomasoquismo y por supuesto el llamado porno para mujeres cuya voz más representativa es Erika Lust.

Por último, otro de los argumentos del feminismo abolicionista versa en torno a las actrices porno y nuevamente, la posición de desventaja en la que se encuentran. Considera que son víctimas, que en todo caso han sido engañadas para llegar a esa situación. A este respecto Ruwen Ogien señala la paradoja de la teoría del consentimiento ya que estas feministas tienen claro que cuando una mujer dice no, es no, pero llegan a la conclusión de que cuando dice sí, es no. Las feministas prosex entienden que esto es infantilizar a las mujeres y negarles una capacidad propia de decisión como seres humanos.

Respecto a mi opinión, después de leer ampliamente sobre el tema del que escribo, mi conclusión es que soy una feminista prosex y estos son los motivos y el modo en que creo que se puede mejorar la pornografía:

Reconozco que desde antes de ponerme a investigar sobre la materia tendía a pensar que estaba a favor de la pornografía por dos razones. La primera que a mí me gusta el porno y la segunda que, en general, y también en este ámbito creo poco en el poder de las prohibiciones. A medida que he ido leyendo he ido viendo cómo los argumentos prosex coinciden con las cosas que yo ya pesaba y me han ayudado a tener mis propias opiniones e ideas.

En primer lugar me planteo qué puede tener de malo el cine pornográfico si no consideras malo el sexo. Es un hecho que gran número de personas nos excitamos viendo a otras teniendo prácticas sexuales, puede ser incluso inspirador y creo que es un efecto bastante biológico que te excite ver a gente hacer cosas que a ti te gusta o te gustaría hacer en la cama. Prohibir la pornografía para mí demoniza este hecho  y coloca al sexo, una vez más en la categoría de lo malo y escondible, con lo que estoy totalmente en desacuerdo. Además pienso que prohibir la pornografía en ningún caso iba a terminar con ella como se demuestra con cualquier de las cosas que se han intentado prohibir como por ejemplo las drogas e incluso la esclavitud. Con ello no estoy diciendo que esté a favor de la legalización de alguna de estas cosas pero quiero resaltar el hecho de que la prohibición, para lo único que sirve es para relegarlas al mercado negro, fuera de la ley donde son más incontrolables todavía.

Yo creo que la pornografía mainstream, las películas o más bien clips a los que se tiene mayoritariamente acceso hoy en día es una pornografía que denigra a la mujer, que a veces incluso llega a ser engañada para ser filmada teniendo relaciones sexuales y que es reflejo del mundo patriarcal en el que vivimos. Estoy muy en contra de este tipo de pornografía en la que se obvia por completo el placer y el deseo de las mujeres y se centra en lo que esta sociedad determina que ha de gustar a los hombres y, por supuesto, en el coito como práctica estrella y la eyaculación masculina como final deseable de todo acto sexual. Pienso que para que esto cambie, más que prohibir la pornografía habría que dar mejor educación sexual a la ciudadanía, tal y como aprendemos a hacer en este master y, más idílicamente, acabar con el patriarcado y conseguir una igualdad real entre hombres y mujeres aceptando la diversidad existente entre personas y no entre géneros.

Hoy en día la pornografía es la principal fuente de educación sexual, creo que esto es difícil de cambiar. Por una parte vuelvo a proponer una mayor y mejor educación sexual y por otra parte pienso que si la pornografía reflejara la diversidad de opciones y gustos sexuales que tenemos las personas, los adolescentes aprenderían que eso es lo normal y no que el sexo, en lo único en lo que consiste sea el coito, ser agarrada o agarrar a una chica del pelo y finalizar todo encuentro sexual con una eyaculación masculina.

Respecto al engaño que sufren las mujeres para realizar pornografía se me ocurren varias cosas. Por una parte se podría elevar la edad necesaria para poder participar en películas porno, parece que cuando llegamos a mayoría de edad legal estamos preparados para realizar todo tipo de actividades legales cuando no es así. Por ejemplo en España la edad para poder adoptar son 25 años ¿por qué no elevar la edad para participar en la industria del porno? Lo que me ha llevado a pensar esto es el hecho de que es cierto que con 18 años te pueden decir que si entras en la industria será muy difícil que te quites el estigma aunque salgas de ella, pero también es cierto que a esa edad es también improbable que entiendas lo que “consecuencias a largo plazo” significa.

En cuanto a consentimiento real de los participantes, más que grabar un video donde salgas diciendo que haces la película de manera voluntaria -como sucede en Estados Unidos- se me ocurre que se podría obligar a dar cursos de feminismo a los participantes, cursos buenos donde se explique de verdad el patriarcado y todos sus efectos en general y en concreto sobre la sexualidad y los clichés que tenemos de ella. Quizá así, tras ponerse las gafas moradas, algunas chicas se pensarían mejor si quieren participar o no en según qué tipo de películas.

Esto me lleva directamente a hacer una reflexión sobre el deseo y la sexualidad femenina ¿por qué pensamos automáticamente que si una chica está atada y la están golpeando, está ahí contra su voluntad? ¿eso no le puede gustar a una mujer? Tengo claro que la mayoría de las que lo hacen hoy en día se ven obligadas a hacerlo, no digo que les guste pero mi reflexión va un poco más allá y cuestiona lo prototipado del deseo de las mujeres, no veo que se haga la misma crítica a las películas en las que son los hombres los encadenados y las mujeres las que les golpean. Nuevamente vuelvo a mi idea de que si todas las personas fuéramos sexualmente libres muchas cosas cambiarían en este mundo. Si se hace libremente y con gusto no creo que haya nadie que deba cuestionar las preferencias sexuales de otra persona.

El motivo que lleva a las mujeres a hacer este tipo de escenas y, con gran frecuencia, a entrar en el mundo del porno, tal y como es hoy en día, no es otro que el patriarcado. En la industria del porno las mujeres ganan un dinero que difícilmente pueden ganar de otra manera. Fuera del porno los hombres ganan más dinero haciendo los mismos trabajos que hacen las mujeres y las profesiones en las que más dinero se gana están reservadas para ellos ¿qué pasaría si nosotras tuviéramos acceso a mayores salarios fuera del mundo del porno? Quizá algunas no lo verían como una manera fácil de ganar dinero. Lo fácil seria formarse y salir al mundo laboral para ganar dinero conforme a tu valía y esfuerzo, no conforme a tu género.

Por otra parte hay un importante número de mujeres que dicen que están contentas realizando pornografía, normalmente son mujeres empoderadas, mujeres independientes que tienen claro que ese es su trabajo y a las que suele gustar el sexo sin tener ningún tipo de complejo por ello. Empoderemos a las mujeres en todos los ámbitos de la vida y permitámonos ser libres para decidir qué queremos hacer con ella, qué es bueno o malo para nosotras. Pienso que las feministas abolicionistas pretenden salvar a algunas mujeres que no necesitan ser salvadas. Si se ilegalizara la pornografía llegaríamos a la paradoja de crear delitos que, en ocasiones, carecerían de víctimas. Creo que la prohibición no es el camino para solucionar lo asquerosa que es la mayor parte de la pornografía mainstream.

Como Paul Preciado creo que lo que hay que hacer es cambiar el porno, no prohibirlo, por ello estoy totalmente a favor de las dos corrientes más mayoritarias que conozco, el mal llamado porno para mujeres y el postporno. No me gusta el nombre porno para mujeres porque creo que nuevamente se incide en una diferenciación ficticia entre géneros. Muchas veces he compartido la existencia de este tipo de porno con amigos y muchas veces me han dado las gracias porque les ha gustado mucho, más que lo que encuentran en internet ¿acaso es exclusivo de las mujeres que nos guste el buen trato hacia las personas o las producciones bien cuidadas?. Por otra parte, una vez más, insisto en que el deseo y las apetencias de cada persona son individuales y diversas y todas son igualmente válidas siempre que se hagan en absoluta libertad.

Creo que la pornografía no es más que un genero cinematográfico que tiene la peculiaridad de pretender excitar al espectador, lo mismo que el cine de terror pretende producir miedo o las comedias risas. Como dice Amarna Miller, para ella el problema de su trabajo no es el trabajo en sí sino el estigma social que hay en torno al mismo. Otra vez más el problema está en la percepción del sexo que se tiene en esta sociedad, algo oscuro, algo a esconder, algo por lo que nos tenemos que sentir mal o culpables tanto hombres como mujeres. El hecho de que sea un tema tabú creo que es lo que puede llevar a querer copiar lo que se ve en pantalla, pienso que no ocurriría si tuviéramos una verdadera educación sexual donde entendiéramos que el respeto al otro y la voluntad del otro son básicos, y que no podemos hacer lo que vemos en pantalla sin el consentimiento real de la otra persona ¿por qué cuando terminamos de ver una película violenta no vamos asesinando a la gente por la calle? Porque entendemos que eso es ficción, pero no lo vemos así cuando se trata de cine porno ya que al carecer de educación sexual, de otros referentes, cuando vemos una película porno creemos que eso es el sexo. Eso sumado a la falta de diversidad de prácticas creo que es lo que hace que el porno esté dando una pésima educación sexual a la juventud.

Por último creo que prohibir el cine porno tendría el efecto de convertir el tema en más vergonzante todavía sin embargo ampliarlo y cambiarlo contribuiría a naturalizarlo. Cuando prohibimos algo estamos haciéndolo porque consideramos que es malo y el sexo no sólo es natural en todas las personas sino que es algo positivo que contribuye a nuestro crecimiento y nuestro bienestar.

Por todos esos motivos, aún siendo consciente de que no es un tema fácil y que habría mucho que cambiar, me declaro feminista prosex, respecto a la pornografía.

 

Bibliografía y fuentes:
Artículos:
“El feminismo pro-sexo o anticensura: una lectura sexológica” de María José Rodríguez Martínez.
“Qué decimos las feministas sobre la pornografía? Los orínenes de un debate” de Nancy Prada Prada.
“Equis, equis, equis: pensar la pornografía” de Diego Germán.
Libros:
“Porno para mujeres” de Erika Lust.
“Teoría King kong” de Virginie Despentes.
“Coño potens (manual sobre su poder, su próstata y sus fluidos)” de Diana J. Torres.
Documentales:
“After porn ends” y “After porn ends 2” de Bryce Wagoner.
“Hot girls wanted” de Jill Bauer y Ronna Gradus.
Serie:
“Hot girls wanted: turned on” de Rashida Jones.
Recursos de internet:
www.varonesunidos.com, (entrevista a Minerva Clarke); www.pikaramagazine.com; www.jessicafillol.es;