Anna Blasco Serret
Doble Máster de Sexpol

Son muchos los mitos, las confusiones y las falsas verdades que se han difundido y potenciado sobre el VIH y el sida desde su inicio como pandemia (1981) y desde el descubrimiento del virus en 1983. Parece que poco a poco se va superando el estigma asociado al VIH y que la información que está al alcance de la sociedad es mayor. ¿Pero es realmente así? ¿Es verdad que las personas que viven con VIH no tienen que enfrentarse a un mundo lleno de prejuicios? La desinformación suele dar pie a las equivocaciones, a los prejuicios y al miedo infundado. En el caso del VIH y el sida, la desinformación ha consolidado un hecho: la serofobia, que es la discriminación y estigmatización de las personas que viven con el VIH. Repasamos los principales mitos asociados al VIH y al sida para plantearnos si realmente los tenemos superados o no y para observar también si hemos detectado serofobia a nuestro alrededor.

No habrá un estigma más grande por contraer una enfermedad infecciosa si además esta se contrae por vía sexual, las enfermedades e infecciones que se contraen por vía sexual se asocian a conductas de riesgo y a actitudes promiscuas. En el caso del VIH la serofobia ha ido de la mano de la homofobia y la condena de las relaciones diferentes a las impuestas por la heteronormatividad. El cómo se dio a conocer la nueva enfermedad al mundo desde que se detectaron los primeros casos en 1981, en Los Ángeles, Estados Unidos, es en gran medida la causa de gran parte del estigma. En ese momento, en que la procedencia y el agente infeccioso que causaba la enfermedad eran desconocidos, se identificó, que los primeros pacientes en padecer las enfermedades asociadas a la depresión del sistema inmune que causa el VIH eran homosexuales. Desde ese punto de partida, se consolidó la creencia de que el VIH y el SIDA era una enfermedad que afectaba a dicho colectivo. Cuando a partir de 1982 se detectaron casos en usuarios de drogas inyectadas y en mujeres, se descartó que el síndrome fuera un asunto exclusivo del colectivo hombres homosexuales. Las evidencias mostraban claramente que el resto de la población no estaba exenta de padecer las consecuencias de la infección por VIH pero aún así, quedó un estigma asociado al colectivo de hombres gays que perdura en la actualidad. Los intentos de campañas y diferentes acciones promulgadas por grupos de activismo relacionados con el colectivo LGTBI+ por desvincular el VIH del colectivo gay y vincular la probabilidad de transmisión del virus a determinadas prácticas de riesgo han sido numerosos, pero aun así sigue existiendo la falsa creencia de que existen grupos de riesgo a la hora de transmitir el VIH. 

Los inicios del VIH generaron unas creencias que no han avanzado, se han quedado paralizadas en el momento en que se dieron los primeros casos. Los avances científicos que se han conseguido en los tratamientos del VIH y en el aumento de la calidad de vida de las personas que viven con VIH no han ido a la par en lo que se refiere a erradicación del estigma. Hoy, tenemos en el ámbito científico un hito como la indetectabilidad. Este hecho genera un cambio en las perspectivas y forma de vida de las personas que viven con VIH: gracias al tratamiento antirretroviral se puede llegar a tener una carga viral de VIH indetectable, eso significa que la presencia de VIH en sangre y demás fluidos es tan baja que no es detectable con pruebas de laboratorio. Cuando se llega a la indetectabilidad, la transmisión del VIH no se produce por vía sexual, es decir, en un encuentro sin método de barrera (el preservativo, por ejemplo) entre dos personas serodiscordantes (una vih+ y otra vih-) no se produce la transmisión del virus. Indetectable es igual a intransmisible es a día de hoy el mayor avance logrado en la lucha contra el VIH. Este es solo el último eslabón de una serie de avances en esta carrera. Si observamos las mejoras que estos hitos han supuesto y suponen en la vida de las personas que viven con VIH, como puede ser que al otro lado, en la sociedad, encontremos serofobia actualmente?

La serofobia es el prejuicio, miedo, rechazo y discriminación hacia las personas que viven con VIH. Informar del estado serológico de una persona VIH+ sin su consentimiento constituye un delito (artículo 18.1 de la Constitución Española del derecho a la intimidad personal) y es un acto de discriminación que cometen muchas personas. ¿Qué pasaría si todas las personas que acrecientan la serofobia supiesen, por ejemplo, que indetectable es igual a intransmisible? ¿Que pasaria si supiesen que transmitir el VIH no es más probable por el hecho de pertenecer a un colectivo determinado, que no existen los grupos de riesgo sino las prácticas de riesgo?. ¿Sabemos realmente la diferencia de VIH y SIDA? ¿Sabemos que cuando hablamos del virus del SIDA estamos perpetuando la discriminación a las personas que viven con VIH? La información acerca de la transmisión del VIH ¿está clara por parte de la sociedad?¿Se han erradicado los pensamientos erróneos acerca de la transmisión del VIH por vías como el contacto de saliva, sudor, etc.? ¿Porque aun hay gente que cree que no es seguro compartir espacio de trabajo, por ejemplo, con una persona que vive con VIH?

Todas estas cuestiones son mitos asociados al VIH, la propia distinción entre el virus y el SIDA no está clara muchas veces. Un aspecto tan fundamental no está resuelto, el VIH es un virus, un retrovirus concretamente que, si no se frena, provoca la destrucción de los linfocitos T CD4, un tipo de glóbulos blancos presentes en nuestra sangre que tienen una función de defensa del organismo, son células encargadas de parte de la respuesta inmune de nuestro cuerpo. Cuando el VIH infecta estas células, las destruye y, en la tercera fase de infección por VIH (como vemos en la imágen 1), cuando no se aplica un tratamiento en contra de la acción destructiva del VIH, el sistema inmunológico se encuentra deprimido, y aparecen enfermedades oportunistas, provocadas por otros agentes infecciosos, debido a la falta de defensas naturales del cuerpo. Es lo que denominamos SIDA. 

Imagen 1 – Evolución de la infección por el VIH. Fuente: https://infosida.nih.gov/

Por otro lado existe la creencia de que hay determinados grupos que tienen más riesgo a la hora de adquirir dicha infección. Lo que crea probabilidad de transmisión del virus son las prácticas, no el colectivo al que puedas pertenecer. Dentro de las prácticas con probabilidad de transmisión tenemos la penetración anal receptiva, la penetración anal insertiva, la penetración vaginal receptiva y la penetración vaginal insertiva, ordenadas de más, a menos probabilidad de transmisión respectivamente. De esta manera, vemos que la realización de estas prácticas sin ningún método de barrera o de otras  distintas es lo que determina la probabilidad que tenemos de adquirir el VIH, en ningún caso el hecho de ser homosexual otorga más probabilidades. Para que se produzca la transmisión tiene que haber un fluido transmisor del VIH estos son: sangre, semen, secreciones vaginales y leche materna (ordenados de más carga vírica a menos). Los fluidos como el sudor, la saliva o las lágrimas no pueden transmitir el VIH, compartir utensilios que no impliquen ningún fluido transmisor, tampoco y por supuesto compartir espacios y todas las prácticas eróticas no especificadas anteriormente (masturbaciones, caricias, roces, besos, etc.), tampoco. 

En cuanto a los tratamientos, los primeros que surgieron, como el AZT eran responsables de numerosos efectos secundarios en la salud de las personas que viven con VIH. A día de hoy, la terapia antirretroviral es una realidad muy distinta, los efectos secundarios son mínimos y no provocan cambios en el aspecto físico de las personas que la toman. Existen muchas formulaciones distintas por lo que si un determinado fármaco ocasiona problemas hay una gran variedad de alternativas. Asociado a este mito, también existe la creencia de que el VIH está controlado por igual en todo el mundo y que el acceso universal al tratamiento es un hecho. Según ONUSIDA, el porcentaje de personas que viven con el VIH con acceso a la terapia antirretroviral en el mundo era de un 62% en 2018. Por lo tanto, hay zonas en que a día de hoy, muchísimas personas no tienen acceso al tratamiento. En su gran mayoría países con menos recursos del sur global. 

La educación sexual y la promoción de la salud sexual es una de las asignaturas pendientes en materia de educación en España y en muchos otros países. Acercando la información a la población atacamos tanto la prevención como la serofobia. En este sentido, el acercamiento a las aulas puede hacer descender las limitaciones que existen por parte de la población a la hora de hacerse la prueba rápida, pilar fundamental de la prevención del VIH.

El principal problema que existe en España a día de hoy con el VIH son los diagnósticos tardíos, para combatir este hecho es necesario acercar a la población las pruebas rápidas de VIH, combatir las barreras que existen de cara a hacerse la prueba, la promoción de las pruebas desde los centros de atención primaria, colegios, televisión, et. y las campañas de pruebas rápidas masivas por grupos de población. 

Por otro lado esta en nuestra mano erradicar la serofobia cuando hablamos y comunicamos sobre el VIH. El uso de un lenguaje correcto es una herramienta poderosa a la hora de informar y crear conocimiento acerca del tema. Aquí recogemos una serie de errores comunes a la hora de hablar sobre VIH que promueven confusión y miedo: hablaremos de VIH o virus de la inmunodeficiencia humana, nunca de SIDA o virus del sida, hablaremos de transmisión, no de contagio o infección y de probabilidad, no de riesgo. Al usar la expresión virus del VIH cometemos un error ya que la V de VIH significa virus y se trata de una expresión redundante. Para referirnos a una persona que vive con VIH no usaremos nunca la expresión “persona infectada con sida” o “portador del sida”, si fuese necesario diríamos persona infectada con el VIH o persona con VIH y en todo caso priorizaremos la expresión “persona que vive con VIH”. No hablaremos de prueba del sida, ni morir de sida, ni medicamentos para el sida, ni contraer el sida. Hablaremos de prueba de VIH, de muerte relacionada con el sida, de medicamentos para el VIH y de transmisión del VIH. En definitiva, no usaremos la palabra sida para hablar del VIH ya que es una de las cosas que ha creado y crea más confusión y son dos conceptos bien distintos, sobre todo por que el VIH no tiene porque conllevar sida. 

La información y la difusión de información de calidad es clave para la erradicación de la discriminación y estigmatización del VIH. Difunde mensajes claros, erradiquemos la serofobia conjuntamente. 

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