Lucía Rodríguez Santana
Máster de Sexología y Género

“Cuántos siglos necesita la razón para llegar a la justicia que el corazón comprende instantáneamente”Concepción Arenal (1820-1893).

 “Si el estado tuviera perspectiva de género, si fuera entonces más democrático, no habría tolerancia social a la violencia hacia las mujeres y por lo tanto al feminicidio”Marcela Lagarde (1948).

Me gustaría hacer un breve análisis del sistema prostitucional comenzando con estas palabra de la activista y superviviente de trata, Amelia Tiganus[1]:

Soy una privilegiada por muchas razones pero principalmente por poder pensar. Pensar me parece un acto de rebeldía. Algo tan humano como ello me fue arrebatado -como a muchas mujeres- a través de un tipo de violencia simbólica, la violencia psicológica, la violencia física, la  violencia económica, la violencia sexual, la violencia institucional, la violencia sociocultural. 

En este artículo intentaré exponer de manera concisa por qué pienso que el modelo abolicionista es, actualmente, el único válido en la lucha por la defensa de los derechos y el reconocimiento de las mujeres en prositución.

Según la RAE:

  • Prostituto, ta (Del lat. Prostitūtus)
    1. m. y f. Persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero.

Esta es una definición aséptica del significado de la palabra que invisibiliza todas las realidades que pueden confluir en este fenómeno tales como la desigualdad, la pobreza, exclusión, inmigración, explotación, etc. Me parece interesante, y en una parte comprensible, que no se mencione el consentimiento en la definición de la RAE puesto que entraríamos en un jardín demasiado espinoso que causa división en la sociedad y en el que no muchos están dispuestos a adentrarse.

Por un lado podemos encontrar el discurso donde confluyen el patriarcado y el capitalismo neoliberal sobre la legalización de la prostitución que, siendo típico de sectores más conservadores, también se ha colado en parte de la nueva izquierda e incluso en el movimiento feminista habiendo sido disfrazado de la libertad del individuo sobre su propio cuerpo y la capacidad de decisión sobre su propia vida, el empoderamiento de las mujeres y la ocupación del espacio público. Y así es, bajo esta falsa idea progre, los defensores de la legalización defienden la existencia de mujeres que libremente eligen ejercer como “trabajadoras sexuales”. Ana de Miguel en Neoliberalismo sexual. El mito de la libre eleccióncomenta:

La ideología neoliberal tiene el objetivo de convertir la vida en mercancía, incluso a los seres humanos. En ese sentido, la conversión de los cuerpos de las mujeres en mercancía es el medio más eficaz para difundir y refor­zar la ideología neoliberal. La pode­rosa industria del sexo patriarcal avanza apoyándose en dos ideas complementarias. Por un lado, en la teoría de la libre elección: ahora que las mujeres «ya son libres», «ya tienen igualdad», ya pueden «elegir» vivir de su cuerpo, o de trozos de su cuerpo. Por otro lado, y para contrarrestar cualquier crítica, esta tesis se envuelve en cierta retórica transgresora y posmoderna: toda relación es aceptable si hay «sexo consentido» por el medio.

Haciendo caso a esta idea, tendríamos que separar a las mujeres en dos bandos, que sabemos que es una de las herramientas que utiliza el patriarcado para aplacar la lucha feminista: mujeres empoderadas que deciden trabajar en la prostitución y mujeres víctimas de trata. 

Las víctimas de trata son aquellas personas (mujeres y niños en su mayoría) que se ven obligadas a ejercer la prostitución por organizaciones criminales y tratantes, bajo amenazas y coacciones o, atendiendo a la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y sus Protocolos, concretamente en el Protocolo de Palermo[2], en su artículo 3 podemos leer: 

  • a) Por “trata de personas” se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.” (RES. 55/25, de 15 de noviembre de 2000).  

Según este Tratado, podemos entender que, incluso dando consentimiento, cuando este ha sido conseguido mediante amenaza, física o psicológica, coacción, fraude o engaño, nos encontraríamos ante una víctima de trata. El consentimiento, aun habiendo existido, pierde toda su naturaleza, sentido y legitimidad.

El modelo legalista (o laboral) aboga que, con la legalización de la prostitución, la actividad pasaría a ser considerada un trabajo más donde las mujeres que de manera libre e independiente quieran dedicarse a ello, tendrían los mismos derechos y deberes que el resto de ciudadanos y acceso al estado de bienestar aportando al sistema de impuestos, seguridad social y derechos laborales: prestación por desempleo, baja médica, incapacidad, jubilación, etc. Además se defiende que, con estas medidas, se acabaría con los problemas derivados de esta actividad vinculados a mafias y a organizaciones criminales. Este modelo, dentro del contexto europeo, lo encontramos por ejemplo en Países Bajos y Alemania, entre otros. 

Tenemos que tener claro que la prostitución es un fenómeno que siempre ha estado normalizado y estigmatizado, además, no va (solo) de sexo: 

La prostitución es una institución patriarcal de poder en la cual los hombres pueden comprar consentimiento y por tanto acceder al cuerpo de una mujer para satisfacer sus necesidades y ver reforzada su masculinidad y su status quo. Que no nos engañen, el sexo es solo el medio para hacer ostentación de esos privilegios otorgados por el mero hecho de ser hombres. La prostitución se fundamenta sobre el estigma y este, no desaparece aunque se regule.  En Holanda[3], encontramos que los datos recogidos muestran que, lejos de conseguir la desaparición del crimen organizado, estos siguen moviéndose en el entorno de la ilegalidad y la situación de las mujeres en prostitución sigue siendo la misma o peor: son muy pocas las mujeres que se han dado de alta en el sistema de la seguridad social, manteniéndose así la situación de marginalidad, exclusión, desigualdad y estigmatización de las mismas, ha aumentado el número de mujeres en prostitución migrantes y ante la desesperación y la oferta, los precios han caído significativamente. Sin embargo, quienes salen ganando son los proxenetas a quienes se reconoce legalmente como empresarios del negocio del sexo y a los clientes que compran estos servicios, que quedan amparados legalmente por las leyes de los estados: las mujeres pierden su identidad como sujetos de derecho, siguen siendo mercancía.

Para el modelo abolicionista, la prostitución es un tipo de violencia contra las mujeres y no puede, por tanto, ser considerada como un trabajo más. Esto implica que las mujeres en prostitución siempre provienen de una situación de desigualdad, sea la que sea, a la que se suman otros factores como pobreza, marginalización, etc. de necesidad, en definitiva. En palabras de Marcela Lagarde

La violación y la prostitución tienen en común el placer implícito del hombre (violador o cliente), la relación de dominación absoluta, la no-continuidad de la relación social o afectiva, después de la relación erótica [. . .]. La cosificación de las mujeres por ambas relaciones sintetiza y aclara el carácter patriarcal de las relaciones y de la trama social basada en la existencia de una ley de propiedad genérica: la propiedad de todas las mujeres por todos los hombres

Patriarcado y capitalismo neoliberal se dan la mano haciendo de la prostitución un negocio cada vez más global y más competitivo, siendo los cuerpos de las mujeres el producto, el objeto de consumo, amparándose en el mito de la libre elección y, como decíamos al comienzo del presente artículo, del empoderamiento femenino sobre su cuerpo y su sexualidad. Decía Beatriz Gimeno con respecto a la idea de sexualidad de las feministas proprostitución que

Si no es un asunto privado, entonces es un asunto político y por tanto estructural del sistema de género. La prostitución no afecta solo a las prostitutas, sino a todas las mujeres porque confirma y consolida una determinada manera de construir y comprender la sexualidad a la que el feminismo se opone. De ahí la necesidad de volver al feminismo radical, para volver a situar la sexualidad masculina en el lugar que le corresponde en la lucha contra la desigualdad de género.

El feminismo radical, desde su inicio, siempre  ha tenido clara su postura abolicionista (antipatriarcal y anticapitalista), entendiendo que lo más sagrado es el cuerpo y que, por tanto, no debería estar nunca en venta. En palabras de Ana de Miguel y Eva Palomo[4]:

Dentro del feminismo había grandes diferencias entre las más pragmáticas y radicales, entre las comunistas, socialistas y liberales, pero todas estuvieron de acuerdo en esto: la prostitución representa una forma extrema de opresión de los hombres sobre las mujeres, de desposesión de su humanidad y de reducción de sus personas a carne comerciable.

El modelo abolicionista se aplicó por primera vez en Suecia[5], donde desde el año 1999 se castiga tanto al cliente de prostitución como al proxeneta. La mujer en prostitución no es objeto de persecución legal y recibe ayudas del Estado para ayudar a su inclusión en la sociedad. No son pocas las voces y los estudios que critican que la abolición en realidad empeora la situación de las mujeres en prostitución, trasladando la actividad ilegal lejos de los centros de las ciudades donde las mafias siguen campando a sus anchas. Pero también hay estudios que avalan el éxito del modelo nórdico en Suecia indicando un descenso del 70% en el negocio de la prostitución y además, señalan los beneficios de una socialización para niños y niñas en igualdad y respeto. En Suecia se destinan grandes partidas presupuestarias desde los ayuntamientos para la creación de recursos para dotar del poder de elegir a las mujeres, redes de apoyo y alternativas realistas apoyadas con leyes que favorezcan desplazar la responsabilidad y la criminalidad a proxenetas y puteros y no hacia las mujeres en prostitución como históricamente se viene haciendo.

En España[6] seguimos un modelo alegal: en la Ley Orgánica 4/2015 de 30 de marzo de Protección de la Seguridad Ciudadana (BOE de 31 de marzo de 2015), se tipifica como infracción grave en el artículo 36.11 la demanda o aceptación de servicios sexuales en determinadas zonas: espacios de tránsito público próximos a lugares concurridos por menores o cuando estas conductas puedan suponer un riesgo para la seguridad vial. Por esta ley, se castiga al cliente y no a la mujer en prostitución aunque esta no queda exenta de multa por desobediencia o resistencia, sigue persistiendo la estigmatización de la mujer.

Como breve conclusión: el modelo abolicionista del sistema prostitucional aboga por acabar con un sistema patriarcal que llevamos arrastrando a lo largo de la historia que perpetua el rol y los privilegios de los hombres que tienen acceso, por el hecho de serlo, a los cuerpos de las mujeres en situación de desigualdad sumado a las realidades de marginación, clasismo, colonialismo, racialización, pobreza, exclusión y el resto de violencias que tienen que soportar las mujeres en prostitución. Penalizar a las organizaciones criminales y a los puteros, que sacan provecho de esta industria y conseguir parar la cosificación y el abuso de los privilegios que aún se ponen en práctica sometiendo a mujeres en todo el mundo. El sistema prostitucional no tendrá cabida en las sociedades igualitarias y, aunque somos conscientes de que ese camino representa una Utopía, debemos acordarnos de las palabras de Galeano: 

La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para avanzar

Y que no cese la lucha.

Bibliografía y fuentes secundarias

De Miguel Álvarez, Ana (2015)Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección, Madrid, Cátedra.

Ávila Bravo-Villasante (2019) La Maquinaria Reaccionaria. La lucha declarada a los feminismos, Valencia, Tirant Humanidades

Cobo, Rosa (2017) La prostitución en el corazón del capitalismo, Madrid, La Catarata

Gimeno, Beatriz. La prostitución: aportaciones para un debate abierto (Revista trasversales, mayo 2008) 

Ranea Triviño, Beatriz (2017). “Repensar la prostitución desde el análisis crítico de la masculinidad”

Real Academia Española, (2019). Diccionario de la lengua española (Edición 23.3 Actualización 2019). Recuperado de: http://www.rae.es

Valcárcel, Amelia ¿La prostitución es un modo de vida deseable? El País. 21 de mayo de 2007. Consultado el 26 de abril de 2020.

Artículos en prensa

Prohibido pagar por sexo en Suecia, Francia y otros seis países. El País. 21 de abril de 2016. Consultado el 29 de abril de 2020.

Por qué se está acabando la explotación sexual en Suecia. Joan Smith 26 de marzo de 2013. Recuperado de Traductoras para la abolición 18 de octubre de 2016. Consultado 28 de abril de 2020.

Notas


[1]La revuelta de las putas. Feminicidio.net 27 de octubre de 2017. Consultado 28 de abril de 2020.

[2]  Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, Especialmente Mujeres y Niños. Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y sus Protocolos. Palermo 2000. Consultado el 27 de abril de 2020.

[3] La legalización de la prostitución en Holanda no logra sus objetivos. El País. 11 de octubre de 2002. Consultado el 27 de abril de 2020

Prostitución legal: el modelo holandés. El diario.es 31 de mayo de 2015. Consultado el 29 de abril de 2020.

[4] Los inicios de la lucha feminista contra la prostitución: políticas de redefinición y políticas activistas en el sufragismo inglés Brocar, 35. Año 2011

[5] Modelo Nórdico. Países abolicionistas.  Traductoras para la abolición de la prostitución. 1 de diciembre de 2017. Consultado 26 de abril de 2020.

[6] Prostitución: así es la normativa en España y Europa. Diario Público. 01 de septiembre de 2018. Consultado el 29 de abril de 2020.