Javier González
Máster en Terapia sexual y de pareja
con perspectiva de género

Resumen: En el presente documento reflexionamos sobre como determinados comportamientos generalizados a nivel de toda la población e influenciados por patrones culturales que han sido socialmente adquiridos por todos como productos culturales, oprimen a las minorías sexuales desde hace siglos.

Realizamos primeramente un repaso de como el erotismo homosexual ha estado presente a lo largo de la historia y como ha ido cambiando su aceptación social según las diferentes etapas históricas y culturales.

En segundo lugar se detalla como la homofobia se integra cognitivamente generación tras generación y su funcionamiento como arma opresora. Así mismo se analiza  como la orientación del deseo homosexual se desarrolla en una sociedad mayoritariamente heterosexual y como su asimilación a nivel de identidad global de cada persona se ve afectada por la homofobia, generando grandes dudas y temores en las personas que la experimentan incluso adoptando conductas fuertemente perjudiciales con el afán de suprimir tales deseos.

Desde la aparición del movimiento LGBTI se han producido incuestionables mejoras en materia de igualdad y aun se sigue luchando para la erradicación de las relaciones de poder que se producen en la sociedad.

Finalmente se expondrán aspectos fundamentales para trabajar en consulta con la población LGTBI que los requiera, aspectos que precisamente son causados por la homofobia y nos enfocaremos en cómo conseguir cambios para alcanzar el objetivo de integrar una identidad sexual firme y segura que permita disfrutar de la sexualidad sin miedos ni tabúes, los cuales pueden convivir con la persona desde la etapa infantil y los cuales permanecen firmemente instalados en los esquemas de cada persona. Mediante herramientas de la terapia afirmativa se producirán beneficios logrando la propia aceptación de la orientación del deseo para alcanzar de la misma forma una mayor calidad de vida.

INTRODUCCION

El homo-erotismo ha estado presente en la humanidad desde tiempos inmemorables, sin embargo su interpretación social y cultural ha ido cambiando a lo largo del tiempo desde las civilizaciones antiguas  hasta nuestros días.

No es el cometido de este artículo hacer una  exposición de la conducta homosexual en cada marco histórico en que tuvo lugar, en cambio, es importante mencionar como ha sido su evolución para poder llegar a un mejor conocimiento sobre muchas de las cuestiones actuales sobre el tema y de cómo se ha ido forjando la homofobia en el mundo, y como esta afecta a las personas que la sufren para poder abordarlo de manera integral cuando nos encontremos con casos de homofobia interiorizada y externalizada.

Si nos trasladamos en el tiempo, encontramos etapas de la Edad Antigua  en las cuales las prácticas homosexuales gozaban relativamente  de aceptación e incluso de  buena  posición social como es el caso de la algunas civilizaciones mesopotámicas como Sumeria y Babilonia en las cuales la homosexualidad era algo común y no estaba condenada, sin embargo en el Primer Imperio Asirino (1813-1780 a. C.) la homosexualidad masculina no estaba permitida a diferencia de la femenina, la cual si estaba vista de forma positiva.

En la Antigua Grecia se fomentaban las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo y en la cual el termino lesbianismo tuvo su origen en honor a la poetisa Safo de Lesbos (600 a. C.).

Las experiencias homosexuales eran ensalzadas en el siglo V a. C por los ciudadanos de Atenas. Platón consideraba el amor entre hombres más allá de lo puramente físico, encasillándolo en terrenos más elevados y espirituales.

Con el paso del tiempo esta interpretación fue cambiando con la exaltación de la belleza masculina y del culto al cuerpo, produciéndose relaciones homosexuales entre hombres mayores que en la práctica anal adoptaban un rol activo y jóvenes y esclavos adolescentes que adoptaban el rol pasivo, cuando el hombre joven contraía matrimonio estas prácticas dejaban de ser aceptadas y los hombres adultos que tenían relaciones homosexuales únicamente como pasivos eran despreciados y marginalizados, al igual que ciudadanos que eran exclusivamente homosexuales aunque los griegos reconocían la atracción sexual por ambos sexos.

En la Antigua Roma los hombres podían disfrutar de los placeres tanto homosexuales como heterosexuales con la condición de no producirse ningún tipo de control y sin concederse entre ellos privilegios.

A diferencia de los griegos, los romanos consideraban que la educación de los hijos era obligación primaria de los padres y se prohibieron de esta forma las relaciones sexuales entre los profesores y los estudiantes.

En el siglo VI d. C se prohibió la homosexualidad debido a la expansión del cristianismo y se estableció un mayor control sobre los cuerpos, siendo las relaciones entre personas del mismo sexo consideradas antinaturales y además condenando cualquier tipo de erotismo que no presentase como finalidad la procreación de la especie.

Con la caída del imperio y la llegada de la Edad Media, el cristianismo romano sostenía solemnemente que las prácticas homosexuales  eran pecado pero hasta aproximadamente el siglo XII la homosexualidad gozo de relativa tolerancia. En el año 1184 se originó la inquisición medieval que en un principio perseguía a herejes y que pronto comenzó a perseguir a homosexuales obligándoles a esconderse y a tener sus encuentros sexuales en la clandestinidad, por miedo a ser descubiertos y acusados  de sodomía.

Durante el renacimiento  en Europa se produjeron grandes cambios culturales y políticos pero la persecución a los homosexuales se acrecentó y cada vez se presentaba más opresión.

Ya en el siglo XV se instauro en España el Tribunal de la Santa Inquisición durante el reinado de Isabel I, apareciendo así los pecados nefandos con el fin de proteger y vigilar la vida religiosa y sentenciando hechos concurrentes con la sexualidad entre varones especialmente y  en 1497 surgían las primeras disposiciones contra la homosexualidad, la cual  era fuertemente sentenciada y reprimida, castigada con la pena de muerte.

Durante el siglo XVII y XVIII se encuentran los primeros núcleos de subcultura homosexual modernos en las grandes urbes, como Londres, París o Ámsterdam, donde las relaciones homosexuales se producían esencialmente entre hombres adultos.  El surgimiento de estas subculturas  provocó una respuesta violenta de los estados, que intentaron suprimirlas a través del terror, ejecutando a gran cantidad de homosexuales como “escarmiento”. A partir de este momento comenzó a generalizarse la idea de la homosexualidad  como un vicio generado por la lujuria y surgió la convicción de que se trataba del gusto extraño de una minoría de personas.

Durante la Revolución Francesa se suprimieron delitos como la sodomía y la brujería en Europa y la legislación penal cambio. En España, la condena por sodomía se anuló en el año 1822. No siendo así en algunos de los países vecinos protestantes, lo cual provocó que algunos colectivos homosexuales comenzaran a reivindicarse ejerciendo presión a los políticos para cambiar la jurisprudencia, apareciendo así los primeros activistas a comienzos del siglo XIX generándose las semillas de lo que más tarde se convertiría en el movimiento LGBT.

La homofobia como hoy en día la conocemos se fue modelando durante el siglo XIX junto con la aparición de la psiquiatría, dejando de considerar la homosexualidad un pecado para pasar a catalogarla dentro de las enfermedades mentales y ya en el siglo XX los regímenes nazis y fascistas en Alemania, llevaron la opresión homofóbica a niveles totales, cometiendo gran cantidad de crímenes durante los conocidos exterminios en los campos de concentración. 

La homofobia como hoy en día la conocemos se fue modelando durante el siglo XIX junto con la aparición de la psiquiatría.

Durante esta etapa la homosexualidad femenina no fue perseguida como tal, pese a que el movimiento feminista y lésbico estaba prohibido y todas las mujeres quedaban relegadas a un segundo plano y sometidas a sus maridos, provocando consecuentemente la marginalización de las lesbianas.

En España el régimen franquista decretó  leyes para perseguir y aprisionar a homosexuales. Se  enmendó la Ley de Vagos y Maleantes para que incluyera a los homosexuales y de esta manera poder confinarlos en campos de concentración agrícolas. A partir del año 1970, se declaró la ley sobre peligrosidad y rehabilitación social,  que imponía penas de prisión o internamiento en reformatorios psiquiátricos, con validez hasta 1979 entrando en la fase de transición a la democracia.

En los EE.UU y tras el éxito y consecuencias de los disturbios de Stonewall en el año 1969 se produce un importante y lento cambio de mentalidad a nivel  general en la sociedad en los años posteriores, iniciada por la revolución sexual, el movimiento feminista y la lucha por los derechos civiles de las minorías raciales.

Desde este momento se presenta un punto de no retorno  en la organización de los colectivos y se generan mayor cantidad de redes de conexión social dentro de la subcultura gay, cambiando de raíz su plan político y pasando de una  lucha por una mayor aceptación a la exigencia de un total reconocimiento social  y equiparación de derechos de forma íntegra.

RECOPILACION TEORICA

A pesar de los grandes avances, la opresión desde la cultura heteropatriarcal y familiarista no ha cesado, y aun la sociedad en general sufre del delirio de persecución homosexual. La homosexualidad reprimida resurge por todos y cada uno de los poros de su cuerpo social. Se ha excavado con tanta violencia desde determinadas doctrinas en la vida privada de los individuos que se han multiplicado las barreras de una represión que es infinitamente ineficaz al sentirse esta, fuertemente encadenada precisamente al deseo que se persigue.

La masculinidad desde este modelo, esta inevitablemente asociada a la sexualidad y por tanto la sexualidad del niño tiene que parecerse a la del padre y la de la niña a la de la madre.

En este sentido y desde esta perspectiva totalmente errónea,  el adolescente del género masculino se le impone que debe de identificarse con el padre atribuyéndole formas de comportamiento que le conviertan en un “hombre total”, dejando claro que no posee ninguno de los atributos considerados femeninos. Si esto no es así, el hombre será desenmascarado en su entorno por otros hombres y será considerado como un niño sensible, afeminado y homosexual, independientemente que lo sea o no.

En cambio, las mujeres, generalmente, no se sienten tan forzadas a probar su condición de “mujer” de forma constante y no se cuestionan con tanta intensidad si son lo suficientemente femeninas aunque es posible que existan casos.

La identidad patriarcal masculina por excelencia nace de la renuncia a lo “femenino” no de la asimilación directa de lo “masculino” y aprende a desvalorizar a las mujeres como consecuencia de esas características que ha aprendido a desestimar en sí mismo, demostrando al resto de hombres que no posee ninguno de estos rasgos. Aceptar debilidad o fragilidad inevitablemente le conducirá a ser catalogado como un tipo débil o un afeminado, pero; ¿quién hace este tipo de catalogación?, evidentemente es otro hombre el que está bajo la atenta y persistente mirada, el cual le concederá o no, la aceptación en el terreno de la “masculinidad”. A diferencia de lo que se podría pensar si no se analiza detalladamente. En  este tipo de comportamiento, son otros hombres los que deben aprobar la “hombría”, “virilidad” y heterosexualidad de los demás, no las mujeres heterosexuales con quien llegan a tener relaciones sexuales. Este tipo de hombres, muy comunes en nuestra sociedad, necesita la aprobación de sus semejantes y normalmente utilizan a la mujer solo para mejorar en su posición y estatus social masculino.

Pero, ¿qué sucede cuando la orientación del deseo de los hombres no es heterosexual exclusivamente? Para responder  a esta pregunta, indicar que cuando la persona empieza a ser consciente de su deseo homo-erótico se produce  y surge la necesidad de suprimir tales deseos en la gran mayoría de casos, apareciendo de esta manera la homofobia interiorizada, vista como el esfuerzo y resultado de anular ese deseo, escapar y ocultarse para que nadie pueda suponer y catalogar a la persona como homosexual.

Dicho esto, la escapatoria homofóbica a la intimidad sexual con otro hombre, se traduce en la mayoría de ocasiones como el repudio al homosexual que está dentro de sí.

La homofobia puede entenderse como la hostilidad conductual, cognitiva y/o afectiva hacia la orientación sexual de tipo homosexual, porque se pretende concebir como contraria, anormal o inferior.

Las formas de vida de muchos hombres  están en gran parte incapacitadas por la obligación constante de dejar claro que no son afeminados ni homosexuales, lo sean o no.

Con lo cual, la opresión de la maquinaria social comenzada en la Edad Media sobre la homosexualidad se presenta como un sistema paranoico de raíz homosexual, una construcción cultural la cual admite la presencia de la orientación de ese  mismo deseo, funcionando la homosexualidad latente como opresora de la homosexualidad manifiesta y encontrando una gran carga de homosexuales opresores en las organizaciones sociales especialmente anti-homosexuales como lo son la iglesia, el ejército, etc.

La homofobia puede entenderse como la hostilidad conductual, cognitiva y/o afectiva hacia la orientación sexual de tipo homosexual, porque se pretende concebir como contraria, anormal o inferior.

En cuanto a la homofobia femenina (lesbofobia), indicar que igualmente tiene  sus raíces en el sexismo, el cual se ha estructurado desde el machismo, la misoginia y la homofobia masculina, con lo cual, desde este sistema, la homosexualidad femenina es considerada como transgresora de las normas de la sexualidad imperante en la sociedad, considerándolas como incumplidoras de las tareas y obligaciones que fueron construidas para ellas, siendo doblemente estigmatizadas por ser mujeres y por ser lesbianas como consecuencia de los prejuicios negativos compartidos en la sociedad sobre cualquier conducta sexual que no sea heterosexual.

Los cimientos del sexismo se apoyan en un sistema social de géneros que es dual o binario, jerárquico, simplista y excluyente , que considera a las mujeres como seres inferiores, menos capacitadas y está organizado de tal manera que históricamente las mujeres han estado apartadas de lo público y han sido y son utilizadas exclusivamente para  lo domestico. Con lo cual, se produce de forma simbólica y sutil una dominación que es acatada por la dominada de una forma natural ya que en la mayoría de casos ha sido educada de esta forma desde niña.

En el caso de las lesbianas, esta sumisión a la que están acostumbradas la mayoría de mujeres desde el modelo patriarcal no se produce, y por lo tanto no son aceptadas, deshumanizándolas y considerándolas una ofensa mediante creencias tales como; que su existencia pone en peligro la de los demás al incumplir unos mandatos de una heterosexualidad que a día de hoy aún se sigue considerando obligatoria, además de la creencia de criar a hijos en un modelo de familia no tradicional, causando aislamiento e invisibilidad, dejándolas fuera del espacio social y político hasta hace escasos años.

En el año 2020 se cumplieron 43 años de visibilidad del movimiento LGBTI en España, muchos años de lucha contra la LGBTIfobia, en los cuales se han producido numerosos avances legislativos contra la discriminación.

Sin embargo, estos avances no son suficientes para llegar a una igualdad real, con lo que se hace necesaria la educación de toda la población desde la infancia, para erradicar por completo los comportamientos absurdos como la homofobia, lesbofobia, bifobia, transfobia, etc.

El heterosexismo va unido al patriarcado y para erradicarlo se necesita una reconstrucción radical de los géneros y de las relaciones de poder que se dan en la sociedad. En el momento en el que diferentes heterosexualidades, bisexualidades, homosexualidades y transexualidades, en plural, se hagan conscientes, probablemente a nadie le llamara la atención la orientación e identidad sexual de otra persona.

IDEAS CENTRALES

La existencia de este sistema LGBTIfobico que aún se respira en multitud de lugares de nuestra geografía mundial, y que consideran toda sexualidad diferente a la heterosexual como pecaminosa, graciosa o antinatural, el cual hemos detallado con anterioridad y hemos analizado  la manera en la que se ha construido a lo largo del tiempo, hace necesario tener en cuenta que en el trabajo terapéutico con población LGBTI, desde la sexología y la psicología es fundamental entender y tener en cuenta ciertos aspectos relacionados con los procesos individuales, familiares y grupales  que viven las personas de este colectivo y conocer el contexto que acompañan sus vivencias normalmente rebosantes de falsas creencias, y en la mayor parte de los casos con una fuerte presencia de discriminación, carentes además de modelos y referentes positivos durante su desarrollo y crecimiento, pudiendo generar patrones de homofobia interiorizada, muy común, dentro del propio colectivo.

Es fundamental conocer en consulta como las personas homosexuales comienzan a ser conscientes de su atracción sexual por personas de su mismo sexo para poder ofrecer acompañamiento en casos en los que aún no ha sido auto-aceptada e integrada su orientación sexual en su identidad global y ofrecer asesoramiento en cuanto al manejo de esta información en su entorno y familia dependiendo de cada situación particular. 

En el presente artículo nos vamos a enfocar en  la auto-integración de la orientación homosexual, ya que la bisexualidad se integra de forma diferente al producirse también una identidad heterosexual y la transexualidad contempla un proceso más complejo el cual podrá ser estudiado en otro artículo que tenga la misma finalidad que este.

En el caso de las personas exclusivamente  heterosexuales, a lo largo de toda su vida han mantenido su heterosexualidad como su identidad más esencial, este aspecto no se produce de esta forma en la gran mayoría de personas homosexuales, normalmente es una identidad que se produce poco a poco, de forma lenta, como consecuencia de una educación recibida exclusivamente para que la persona lleve un estilo de vida heterosexual y por lo tanto se presentan ciclos y etapas diferentes y por lo tanto distintos tipos de problemáticas y vivencias personales con características diferentes y propias que debemos de conocer.

La construcción de la identidad sexual independientemente de cual sea su orientación del deseo tiene lugar en la adolescencia. En el caso de los jóvenes heterosexuales este desarrollo es promocionado por multitud de procedimientos en la sociedad y contextos en los cuales se experimentan y se aprenden no solo a establecer la identidad sexual, sino también su identidad social.

Para la población homosexual este proceso es muy diferente.  Progresivamente se dan cuenta de que sus impulsos sexuales son diferentes en cuanto al objeto, que los de la mayoría de sus compañeros del mismo sexo y en este momento tendrán lugar una serie de procesos que determinaran su futuro.

En primer lugar empiezan a darse cuenta que son diferentes a la mayoría y por miedo al rechazo gran cantidad de ellos  comienzan  a ocultar sus propios deseos y sentimientos,  con frecuencia es muy posible que adopten a toda costa conductas y actitudes heterosexuales, para convencerse a sí mismos y a los demás de que no son homosexuales, aunque las propias experiencias le confirman que no sienten atracción por personas del otro sexo, por lo que puede generar sentimientos de vergüenza, duda o temor, provocados incluso por los comentarios, bromas, risas y burlas que han ido escuchando a lo largo de su vida sobre las personas homosexuales.

Diariamente las niñas y los niños crecen rodeados de comentarios de los padres, familiares, vecinos, amigos y de la sociedad en general en los cuales el mensaje es muy claro (lo bueno y valido es ser heterosexual) pudiendo generar en personas homosexuales gran confusión y el proceso para darse cuenta de que es muy posible de que no se produzca de esta manera puede ser difícil, lento y doloroso.

Es muy probable que los homosexuales intenten dar una explicación lógica al origen de su orientación sexual e intenten hacerse preguntas sobre su homosexualidad, por el contrario, estos mecanismos en heterosexuales no se producen ya que lo han percibido siempre de forma natural, siendo el proceso de desarrollo de la identidad homosexual relativamente más complejo que en la heterosexualidad a pesar de que debería de ser exactamente el mismo.

Así mismo, podemos encontrar casos de gran homofobia interiorizada en los cuales no se ha producido un desarrollo total de la identidad homosexual encontrando cierto rechazo hacia los propios deseos sexuales y encontramos personas que mantienen una gran lucha interna con afán de que su orientación del deseo cambie hacia personas del otro sexo.

Indudablemente la homofobia cultural de todas las sociedades hace que la orientación homosexual no se interiorice desde un primer momento como algo normal, frecuentemente creando dificultades para lograr una vida  sexual y afectiva plena y satisfactoria.

Es importante que acompañemos a la persona que aún sigue con grandes dudas. Estas personas frecuentemente pueden estar llevando una doble vida o  siguen ocultándose. Primeramente, y  de forma planificada es fundamental que vaya integrando en su propio self, un modelo homosexual  y que lo considere tan válido como lo puede ser el heterosexual, de esta forma se ayudará a minimizar las consecuencias de la gran carga emocional que conlleva dar el paso de mostrarse tal y como se es, e  integrar sin conflictos las diferentes áreas de su vida con su orientación sexual.

Hay que mencionar que aun en pleno año 2020 se siguen ofreciendo terapias de conversión, que lo único que puede generar es mayor confusión en la persona ya que científicamente no está comprobado que una persona pueda cambiar su orientación sexual.

Es importante considerar además que la sexualidad es muy diversa y que existen personas que necesariamente no son ni homosexuales ni bisexuales, pero que en determinadas etapas de su vida puedan incluir fantasías espontaneas o no espontaneas con personas de su mismo sexo, las cuales van a enriquecer la sexualidad general y no limitarla como podría intuirse. De la misma forma que personas homosexuales en determinados momentos puedan incluir fantasías de tipo heterosexual donde se incluyan personas de otro u otros géneros. De este modo es importante dejar claro en consulta que hay que dejar fluir libremente los deseos sean del tipo que sean y que si se producen será porque tiene su función y no intentar bloquearlos favoreciendo así una sexualidad más saludable.

Para contrarrestar los efectos que produce la homofobia en personas LGB es importante trabajar una serie de aspectos que se encuadran dentro del marco de la terapia afirmativa entre los cuales podemos destacar los siguientes:

  • Explicación de la homosexualidad y bisexualidad, como una orientación más, tan natural como la heterosexualidad.
  • Recalcar que la homosexualidad no es una desviación ni una enfermedad.
  • Hacer hincapié y dejar claro que la homosexualidad no es un estilo de vida. La orientación sexual no debe determinar el estilo de vida.
  • La homosexualidad no es una construcción social, en cambio la homofobia sí.
  • Planificación particular del proceso de aceptación de la propia homosexualidad mediante herramientas y técnicas que utilizan la inteligencia emocional, gestión de pérdidas, empoderamiento, investigación de ganancias, adopción de patrones resilientes de comportamiento e incentivación de las propias fortalezas.
  • Trabajar las diferentes maneras de comunicar a los demás la orientación sexual: Familia, amistades y entorno.
  • Como defenderse de los ataques homófonos.
  • Del armario al sexo, la pareja y nuevas amistades.

CONCLUSIONES

En este sentido es fundamental que como profesionales de la salud sexual incorporemos a nuestras herramientas habituales, nociones básicas  de enfoques terapéuticos relativamente recientes como lo es la terapia afirmativa LGTB,  de este modo podremos mejorar la efectividad de las intervenciones con este tipo de público, ayudando a personas de este colectivo a aprender a vivir con tranquilidad y armonía, contrarrestando los efectos de pertenencia a un grupo minoritario históricamente estigmatizado y mejorar así tanto la calidad de vida sexual, como la calidad de vida a nivel general, minimizando el impacto de los efectos negativos que la presión social y la homofobia puedan haber generado en ellos.

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