Laura Morán
Master en Terapia Sexual y de Pareja
Publicado en el nª 123 de la revista De la Fundación Sexpol
**Imagen de portada obtenida del vídeo: Le Clitoris.
Apropiándome de uno de los mitos más extendidos relacionados con la sexualidad masculina, quiero contarte una realidad (tristemente aún poco conocida) de la sexualidad femenina. A pesar de la curiosidad que espero haber despertado en ti, antes me gustaría invitarte a reflexionar sobre algunas cuestiones.
¿Qué sabes del clítoris? ¿Sabes dónde se localiza? ¿Cuál crees que es su función? ¿Conoces sus dimensiones? ¿Qué pensarías si te dijera que la extensión del artículo será proporcional a la de su protagonista? ¿Pensarías, quizás, que será un texto… breve?
Comprobémoslo.
Uno…
Empezaremos por su nombre. Proviene de la palabra griega κλειτορί̋ (kleitoris), que significa «pequeño monte». A diferencia de otros órganos sexuales masculinos o femeninos, apenas tiene motes. Seguro que si piensas en los apodos atribuidos al pene o a la vulva cuentas más de dos decenas.
Pero ¿cuántos conoces para designar al clítoris? Se me ocurren algunos: ¿botoncito? ¿Pepitilla?… ya.
Dos…
Tiene una única función. ¿Adivinas cuál? Te daré una pista: no tiene que ver con la reproducción. No sé si te habrás rendido o si habrás acertado. Por si acaso no me haré de rogar: su único cometido es el placer (casi me dan ganas de escribirlo con mayúscula).
El clítoris es el único órgano del cuerpo humano cuya función exclusiva es generar placer. En este sentido —en el de provocar sensaciones placenteras— es equiparable al pene. Sin embargo, a diferencia de éste, no participa del proceso reproductivo ni tiene que ver con el mecanismo urinario.
¿Quién tiene envidia ahora, Freud?
Tres…
Con lo que te he contado hasta ahora espero que te hagas la misma pregunta que yo: ¿cómo se ha podido reducir, ocultar, inhibir y ningunear la sexualidad femenina y un órgano tan genial como el clítoris? ¿Cómo es posible que esto haya sucedido? Te cuento.
El paradigma en el estudio de la sexualidad ha sido androcéntrico: el centro de atención ha sido la reproducción y los problemas sexuales del hombre. Esto ha provocado que, a excepción de su finalidad para la fecundación, la sexualidad, el placer y los órganos femeninos hayan sido relegados a un segundo (o tercer, o cuarto) plano. Lo cual no deja de ser paradójico ya que mientras el cuerpo femenino es símbolo y metáfora de la sexualidad en nuestra cultura, el clítoris siempre ha permanecido oculto.
Sigo. Se sospecha que se tuvo conocimiento del clítoris antes de 1559. Sin embargo, no se tiene constancia de ello hasta esta fecha ya que corresponde con el año de publicación de la obra De re anatómica de Mateo Colombo, profesor de cirugía de la Universidad de Padua. Por desgracia, fue la obra de su mentor, Andreas Vesalius, la que alcanzó fama. Vesalius, gran anatomista, dejó fuera de juego a nuestro protagonista al tratar los órganos reproductores femeninos.
Un siglo después, en el XVII, el médico y anatomista holandés Regnier de Graaf recuperó el clítoris y sus placeres, defendiendo que, gracias a su existencia, las mujeres aceptaban engendrar hijos.
Durante dos siglos más volvió a caer en el olvido hasta 1844, fecha en la que el anatomista alemán George Covel elaboró unas ilustraciones del clítoris realistas y de gran calidad. Éstas estuvieron presentes en los manuales de medicina y anatomía más prestigiosos (como en diferentes ediciones del Gray’s Anatomy) hasta 1948, fecha en la que volvió a desaparecer.
Tuvo que llegar la década de los 60 para que el clítoris (entre otros) saliera del ostracismo sexual de la mano de algunos expertos como el ginecólogo William H. Masters y la psicóloga Virginia E. Johnson.
Helen O’Connell, uróloga australiana, publicó en 2006 los resultados de sus estudios realizados desde 1998, obtenidos empleando recursos de la medicina moderna —resonancia magnética y disección de la vulva en mujeres fallecidas. Ella ha sido la primera en estudiar el clítoris de este modo.
Sin embargo y pese a todos los esfuerzos sigue siendo demasiado invisible. Para muestra un botón: el clítoris no aparece en los textos ni en la mayor parte del material dedicado a la educación sexual. ¿Por qué? Simple y llanamente, porque no forma parte del sistema reproductor.
Cuatro…
El clítoris no aparece en los arqueológicos textos de la EGB ni en los modernos libros de la ESO, así que tendré que contarte de qué está hecho. Se considera que es el órgano más sensible del cuerpo humano. Para que te hagas una idea, se calcula que el pene tiene entre 4000 y 6000 fibras nerviosas. Pues bien, el clítoris cuenta con unas 8000 fibras nerviosas.
Gran parte de su estructura está compuesta por tejido eréctil y, al igual que el pene, cuando recibe flujo de sangre, se erecta. ¿Cómo sucede? Del mismo modo que en el hombre: cuando la mujer se excita, el tejido del clítoris se llena de sangre, lo que hace que se agrande y se tense. Igual que el miembro masculino.
Cinco…
Quizá pensabas que el artículo no sería tan extenso como para llegar a este punto. Creo que éste es un buen momento para darte más detalles anatómicos acerca del clítoris (y empezar así a entender algo mejor el porqué del título).
Es posible que ya lo sepas, pero me gustaría comentarte que lo que comúnmente llamamos «clítoris» no es más que la punta del iceberg. Se trata del glande del clítoris. Está situado donde se unen los labios menores y se esconde bajo un capuchón. Esta parte es de la que hemos hablado en el punto anterior. Es la zona visible que se llena de sangre y se hincha cuando una mujer se excita y que cuando se acerca al orgasmo se retrae contra el hueso púbico para evitar la sobreestimulación. Recuerda que es una zona muy inervada y un exceso de estimulación puede producir más molestia que gozo.
Ahora toca hablar de la parte que la vista no alcanza. El cuerpo o tallo del clítoris tiene forma cilíndrica y está formado por dos estructuras o cuerpos cavernosos que están unidos y se extienden hacia el hueso púbico. En su extremo están las raíces, que son unas largas y finas bandas de tejido eréctil que se extienden desde el tallo a lo largo de los dos huesos que forman el pubis y que envuelven la uretra y la vagina.
Además, al lado de cada una de las raíces se encuentra una zona de tejido eréctil conocida como bulbos del clítoris. Son bastante más grandes de lo que se creía en un principio y están muy vascularizados. Están situados directamente bajo la mucosa de las paredes vaginales. Cuando se excitan y se llenan de sangre pueden llegar a triplicar su tamaño. Por este motivo el tercio más externo de la vagina es el más sensible, ya que está constituida en parte por el tejido esponjoso de estos bulbos.
Sé que es un gran ejercicio de imaginación el que te he obligado a hacer, pero al final habrá recompensa. Te lo prometo.
Seis…
Erección, llenarse de sangre, duplicar el tamaño, excitación, tejido eréctil, vascularizado… ¿No te resulta familiar? ¿Dónde lo hemos oído antes?
¡Efectivamente! Pero por si no te habías atrevido, yo seré más explícita: son conceptos asociados al pene ¿Y cómo es esto posible? Te cuento.
A pesar de que anatómicamente los genitales masculinos y femeninos son muy diferentes, provienen de la misma estructura embrionaria y por este motivo comparten tipos de tejido y procesos de excitación similares.
En esta imagen puedes ver los diferentes estadios del desarrollo que tienen lugar desde la estructura embri- onaria inicial hasta la diferenciación completa de los genitales masculinos y femeninos.
Los colores de esta otra imagen te ayudan a encontrar las equivalencias entre las estructuras de los genitales masculinos y las de los femeninos:
Observa: ¿A que después de todo no somos tan distintos? Quizás a partir de ahora puedas imaginar, explorar o fantasear con los genitales propios o ajenos bajo una luz diferente.
Siete…
¿Es o no es un órgano maravilloso? Sin embargo no ha sido, y todavía no es, tratado como se merece. Por una parte, ha vivido relegado por la vagina; ésta estaba involucrada en el proceso de reproducción y, errónea- mente, se pensaba y se piensa que es la equivalente femenina del pene. (Gracias, freudianos).
Por otra parte, todavía hoy el cítoris es maltrata- do en algunas culturas que fomentan una serie de prác- ticas conocidas como ablación. La ablación consiste en la mutilación total o parcial del clítoris y de los órganos sexuales femeninos. Esta terrible costumbre suele afec- tar a niñas de muy corta edad, ya que se considera parte de un ritual de iniciación a la pubertad. Es realizada con el objetivo de evitar que en su adolescencia y juventud descubran el orgasmo y el placer sexual. Es así como es- tas culturas pretenden preservar la virginidad, la casti- dad y la fidelidad de las mujeres.
La Organización Mundial de la Salud calcula que la mutilación femenina afecta a 140 millones de niñas y mujeres en el mundo, y considera que anualmente un total de 3 millones de niñas corren el riesgo de sufrirla. Confiemos en que la lucha por la igualdad de género, así como la formación y la información en sexualidad, contribuyan a erradicar esta brutal práctica.
Ocho…
Cambiando radicalmente de tema y acercándonos al final del artículo, es inevitable mencionar el placer con nombre propio: el orgasmo.
Como más vale que sobre que no que falte, matizaré que no existen dos tipos de orgasmo —vaginal y clitoriano, maduro e inmaduro como se decía. (Apunta, Freud, esto te interesa.)
Tal y como hemos venido explicando, el clítoris es una estructura compleja, mayor de lo que pensábamos y que interacciona con el resto de órganos genitales femeninos. De modo que hay diversas formas de estimular al clítoris, directa o indirectamente, provocando un mismo y único «tipo» de orgasmo.
Nueve…
Nueve son los centímetros que el clítoris tiene de media.
Y nueve son los puntos que he empleado para presentártelo. Ahora, por fin, puedes ponerle cara:
BIBLIOGRAFÍA
Andahazi, F. (1997). El anatomista. Barcelona: Planeta.
Béjar, Sylvia (2001). Tu sexo es tuyo. Barcelona: Planeta.
Carrera, M.V., Lameiras, M. y Rodríguez, Y (2013). El clítoris y sus secretos. Orense: Difusora de letras, artes e ideas.
Dominici, M (2004). El clítoris, ese gran desconocido. (The Clitoris Forbidden Pleasure, 2004.) Canal Odisea.
Hite, S. (1977). Informe Hite sobre la sexualidad femenina. New York: Dell Publishing.
O´Connell, E., Sanjeevan, K. y Hutson, J. S. (2005). Anatomy of the Clitoris. The Journal of Urology, 174, 1189-1195.
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