María José Aguilar Romero
Máster en Terapia Sexual y de Pareja
En el cuerpo de la mujer, además del funcionamiento consciente, de las ideas, actuaciones y deseos, también existe un mecanismo de funcionamiento inconsciente, que nos puede limitar y bloquear diferentes aspectos de nuestra vida, cuando nos sentimos agredidas, invadidas o en estado de peligro. Cuando la persona no se siente protegida, siente miedos y la aparte consciente no actúa poniendo límites, o resolviendo esa situación estresante o peligrosa, para sentirse a salvo, pueden activarse mecanismos inconscientes.
La dispareunia es un mecanismo de activación inconsciente de protección, consistente a nivel físico en la contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico, denominados periné. Esta tensión muscular, no llega a impedir el acceso al interior de la vagina, pero este acceso se cursa con molestias o dolor.
Para que se pueda llegar a experimentar en el cuerpo una dispareunia, probablemente, el problema desencadenante emocional, denominado «león» en Sexpol, lleva ya mucho tiempo sin resolverse, bien por desconocimiento de la causa, por no tener herramientas emocionales para ello o ambas.
La falta de un reconocimiento emocional de las dificultades, los miedos, las inseguridades a afrontar, un no poder o no querer ver que está sucediendo, un no querer hacerse cargo de uno mismo, o derivar la responsabilidad a otros, también son otras de las dificultades que se pueden encontrar en este proceso de disfunción sexual femenina.
En estas líneas, es mi intención poder ir describiendo cómo puede llegar a afectar físicamente la dispareunia, las diferentes posibilidades desencadenantes de origen emocional, pudiendo en cada caso personal, sentir un reconocimiento en alguna de ellas o en varias.
Una vez detectadas, queda dar los pasos de trabajo emocional, aprendizaje de poner límites, empoderamiento personal, recursos de comunicación… lo que cada persona necesite para la resolución de sus leones y el trabajo a nivel físico.
Ante un miedo, consciente o inconsciente, se pueden activar mecanismos de tensión y contracción muscular, en el caso de la dispareunia, empiezan en el suelo pélvico, en los músculos que conforman el periné, y pueden ir desembocando en diferentes movimiento del sistema musculo-esquelético, del sistema estructural del cuerpo humano, como una anteversión o retrovesión pélvica, movimiento de rotación de la pelvis, provocado por una sucesión de contracciones musculares, dando un acortamiento muscular en unas zonas y extensión en otras.
“La anteversión, es la posición en la que las espinas ilíacas anterosuperiores de la pelvis (EIAS), se encuentran por debajo de las espinas ilíacas posterosuperiores (EIPS). Es decir, si trazamos una línea recta entre ambas espinas ilíacas podemos ver como las EIAS, están notablemente por debajo de la líneas, y las EIPS por encima.
En la posición de anteversión, los extensores lumbares, flexores de la cadera (psoas y cuádricepsestán en posición de acortamiento, habiendo menos actividad del recto del abdomen, isquiotibiales, oblicuos y glúteo mayor (musculatura retrovesora).
La anteversión se asocia a una zona lumbar con mayor lordosis, es decir, con más curva o extendida.
La retroversión es la posición en la cual, trazando una línea recta, las EIAS se encuentran en la misma altura o incluso por encima de las EIPS.
En la posición de retroversión, los extensores lumbares y flexores de la cadera se encuentran relajados (elongados), habiendo mayor actividad de isquiotibiales, recto del abdomen, oblicuos y glúteo mayor.
La retroversión se asocia con una zona lumbar con menos lordosis, es decir, más plana o flexionada”. (P.E.)
Estas tensiones, en sus compensaciones por las cadenas musculares del cuerpo, van incrementando el desalineamiento del sistema estructural del cuerpo, si se va prolongando en el tiempo.
La rotación de cadera, provocada por ese cierre de pelvis, puede provocar un cambio en el eje de la pierna, pudiendo provocar una variación del ángulo del eje fémur- tibia, con las tensiones de carga modificadas en las piernas, dirigiendo la atención a un posible dolor de rodilla, mayor facilidad a tener esguinces o lesiones musculares, al realizar actividades deportivas o en la vida cotidiana.
El cuerpo está en una continua compensación estructural, por lo que este cierre de pelvis, también puede provocar una compensación a nivel de columna vertebral, desde las vértebras lumbares a cervicales, pudiendo cursarse con dolores de espalda, cuello, provocando incluso que en el hombro se descoloque el posicionamiento del trocánter del húmero, haciendo un cierre muscular de protección con la consiguiente inmovilización del brazo. También puede provocar hormigueo en manos y dolores de cabeza. Desviando la atención del origen del cierre genital.
La dispareunia se diferencia del vaginismo, en que solo se produce un cierre parcial, no impide la penetración vaginal, puede aparecer dolor en diferentes intensidades en cada caso, pudiendo no asociarse al coito, sino a un problema muscular ajeno a la sexualidad.
Por todo ello, es difícil valorar realmente el porcentaje de mujeres que han vivido o conviven con un proceso de dispareunia, ya que no saben que lo están experimentando y no lo asocian a un proceso de protección sexual. Probablemente acudan a traumatólogos que solamente les atiendan en base a los síntomas, a la patología compensatoria estructural.
En casos concretos, en los que las mujeres relatan su experiencia personal, la tensión muscular en el suelo pélvico, puede empezar por ser parcial, se puede percibir en un primer momento, como una tensión muscular que va por la pierna, empezando por la ingle, continúa por la cadera y puede ir ampliando la zona de actuación con el tiempo por la espalda, trapecios, cuello y brazo.
Lo más habitual, es la creencia de que esa tensión, es una lesión muscular, que no se termina de curar, que las limita en el movimiento, y el ejercicio. Que en un primer momento puede haber una creencia, que con reposo de los músculos detectados, se pasa, no lo ven como una contracción involuntaria de cierre que tenga que ver con la sexualidad. Al prolongarse en el tiempo, y que se van implicando más partes del cuerpo, al ir indagando para recuperar la movilidad, se pueden empezar a dar cuenta que el origen es de índole emocional, relacionado con los limitantes de su sexualidad.
Estos limitantes de la sexualidad, estos elementos que frenan o evitan la vivencia de la sexualidad por ser considerados peligrosos o capaces de provocar dolor, malestar… se denominan “leones”.
Los leones pueden deberse a diferentes causas, cómo los interprete y evidencie cada persona, es la manera que tienen, en mayor o menor medida, de interferir e incluso bloquear a nivel físico, la posibilidad de las diferentes experiencias sexuales.
Dentro de esos leones, o limitantes de la sexualidad, pueden interpretarse como las causas externas a la mujer, que le dan miedo, inseguridad, ansiedad… que vienen del exterior, y aquellos que tienen que ver con el propio mundo de la mujer, con su interior. De forma que esa tensión muscular denominada dispareunia, puede generar una barrera invisible, que intente impedir que lo de afuera pueda entrar, y que lo de adentro, su propia sexualidad, se pueda expresar y salir, con lo que se podría hilar la idea que uno de los leones pueda ser el bloqueo a su propia sexualidad, no querer verla, no querer descubrirla o abrirse a ella, por miedo, por desconocimiento, por educación, o porque en el pasado le hayan sucedido experiencias tanto traumáticas, frustrantes o de rechazo.
Hasta aquí tiene lógica y es comprensible, una evitación del dolor, pero también está la otra parte, también se puede cerrar la sexualidad, por haber disfrutado mucho de ella, y ante la creencia de no poder volver a vivirla así, de tener experiencias posteriores donde no llega a ese nivel ansiado de disfrute y placer, ante la repetición de insatisfacción, poder cerrar su sexualidad, por medio de tensión muscular sostenida.
- Estos leones pueden tener que ver con no atreverse a expresar lo que le gusta y quiere, con la sensación de que no se la tiene en cuenta, con la idea que tiene que aceptar solo lo que la persona con la que este compartiendo sexualmente le quiera dar. Si ha tenido una educación servil, en aceptar y callar, en agradar al otro sin tenerse en cuenta, y que los prioritarios son los demás, es difícil que esa persona se entregue al placer, ya que estará alerta, a agradar y atender a la otra persona, sin permitirse estar en el “egoísmo positivo” que le permita entregarse a su placer.
- Otros leones, tienen que ver con el dar la talla a los demás, con la creencia que no puede complacer a la otra persona, con que ya se le ha pasado el arroz, o no tiene edad para el sexo. Complejos con su propio cuerpo, no sentirse a gusto en él, sentirse fea, poco atractiva, no gustarle alguna parte, tener complejos, sentirse enferma o sucia, sentir que no la van a querer, que no es deseable, que ya es mayor.
- Considerar el sexo como una pérdida de tiempo, asociarlo a quedarse vacía, triste, rechazada al finalizar, no sentirse importante para el otro, asociarlo al amor romántico, y verse frustrada en que la otra persona no lo vive así.
- Tener la creencia que tiene que cumplir sexualmente con el otro, como si fuera su obligación, como “obligación conyugal”, asumirlo y resignarse sin sentir el deseo, lleva a cerrarse inconscientemente, en lo que no se atreve a poner límites.
- El no darse el tiempo necesario para lubricar, la inexistencia de atracción por el otro, o no tener ganas y obligarse a la penetración, puede llevar a cerrarse, a que el sexo no sea apetecible, y si además se mantienen relaciones con irritación, dolor, cursarse con pequeñas llagas o heridas, el miedo y el rechazo pueden ir apareciendo.
- Otro león importante es el miedo al embarazo, al parto, a no ser buena madre, a que se acabe su vida, a morir. A las enfermedades de transmisión sexual (ETS), a las cistitis.
- Puede haber leones que tienen que ver con la pérdida de territorio, tanto a nivel de cuerpo, no querer que otro invada tu cuerpo, que te penetre, que te toque, y también, a nivel físico de compartir espacio, que ello conlleve perder tu territorio de tu casa.
- Leones que tienen que ver con el miedo, a que si eres deseada, si resultas atractiva, si eres sexualmente activa, si mueves esa energía, alguien te puede desear y no atreverte a poner límites, y sentirte abusada o violada.
- Pueden existir miedos con la sexualidad por experiencias anteriores en la infancia, que no se recuerden, que se haya puesto una barrera de memoria, para no recordarlo, pero que tu cuerpo si tiene la información, y manifiesta su miedo y rechazo con estas tensiones musculares involuntarias.
- Puede haber memorias de abusos, violaciones, dominación, agresividad, violencia, que el cuerpo asocie a tener que protegerse de otra persona, impidiendo disfrutar del contacto del otro y de sí mismo.
- Puede existir otro león, al miedo al qué dirán si se enteran que he tenido sexo, que se mofen o ridiculicen por ello después. Creer que se aprovechan de ti por tener sexo.
- Tener una educación en la que se te ha hecho creer que es vergonzoso tener sexo, que es pecado y que por ello se va al infierno.
- El no poder reconocer tus verdaderos deseos, lo que te gusta, lo que te excita, lo que es un fetiche para ti, lo que te da placer, y negarlo por considerarlo algo bajo, rastrero y motivo de ser excluido si se enteran.
Las creencias, las experiencias, lo no vivido, como te ves, como crees que te ven… pueden ser muchos y diversos los leones que afecten y que hagan vivir la sexualidad desde el miedo a que se repitan, a conocerte, a compartir… miedo y negación de sentirte libre en la sexualidad.
Estos son una lista de leones que pueden influir en la dispareunia, cada persona que la experimenta puede tener alguno o varios de ellos, en lo que me han ido compartiendo, suelen haber varios en cada caso, es importante que cada persona vaya reconociendo los suyos, y a partir de ahí, poder hacer lo que necesite para recuperar su bienestar.
Sería interesante preguntarse cada uno que hay más allá de la sexualidad propia conocida, si nos hemos quedado en un conocimiento parcial de nosotros mismos, de nuestras posibilidades de placer… si ahí nos hemos acomodado, creyendo que eso es todo, aceptando o resignados a que no hay nada más.
Por mi parte, tengo la idea, que la sexualidad es un mundo muy rico en sensaciones, valores y disfrute, que se puede seguir profundizando y creciendo, que es a modo de una asignatura de vida, donde poder seguir aprendiendo, enriqueciéndose y alegrándose de estar vivo y sexualmente despierto. Dentro de esta asignatura, puede haber muchas lecciones, las propias, las que aprendemos con cada persona que compartimos, y las diferentes puertas que nos abren a mundos internos diferentes, esos que todavía podemos haber visto parcialmente, o que no hemos explorado, y que cualquier detalle de la vida, escena, imagen, película, libro, anécdota o recreación, nos puede hacer llegar esa llave con la que explorarlos.
Si topamos con un bloqueo, una creencia o un trauma, no es para pararnos y quedarnos atascados, sino para reflexionar, buscar las herramientas para solucionarlo, puede que sean a través de otras personas, entorno o propias, y una vez conseguido habrá nuevas fuerzas y empuje para ir más allá.
Creo que el ser humano está preparado para superar lo que vaya experimentando en su camino de vida, con un montón de herramientas inconscientes que puede ir descubriendo a medida que avanza, y que hay un impulso de vida profundamente arraigado en nuestra sexualidad, conectar con él, depende de cada uno.
La vida es una aventura, según cómo vives la vida, así es tu sexualidad… vamos a darle la vuelta, «según cómo sea mi sexualidad, así será mi VIDA”.
Bibliografía
-“Anatomía para el movimiento” Blandine Calais-Germain
-“El periné femenino y el parto” Blandine Calais-Germain
-“El estrés, otras alteraciones emocionales y tu dolor de espalda” Roberto Junquera
-“Sanar el trauma” Peter A.levine
-“Le grand dictionnaire des malaises et des maladies” Jacques Martel
-“El lenguaje del cuerpo” Allan Pease
-“El cuerpo como herramienta de curación” Christian Fléche
-“Cuando quieres decir si, y tu cuerpo dice no” Liz Tucker
-“El arte de escuchar el cuerpo” Ángeles Wolder Helling
-“Descodificación biológica de las enfermedades” Christian Fléche
-“Descifra los mensajes del cuerpo” Dr. Martin Rush
-“La madurez de Eva” Alice Miller
-“Por tu propio bien” Alice Miller
-“El cuerpo nunca miente” Alice Miller
-“Más allá del miedo” Giorgio Nardone
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